«El corazón tiene razones que la razón no entiende»
El ambiente en el que vive Pascal: Un matemático que contempla el nacimiento de la nueva ciencia y cómo la imagen del mundo perfecto de esferas del realismo se derrumba, o más bien se abre al infinito, que ahora es también negro, como la noche: donde había luz ahora hay ignorancia. Resulta que la verdad del espacio no es el día y la luz, sino la noche y la inmensidad. El hombre, de pronto, es un ser pequeñito, perdido en la inmensidad del espacio, que ha perdido su casa, su hogar. Su grandeza es que lo sabe.
Estamos en la misma época de Descartes y las mismas ideas básicas: el pensamiento como fundamental, separación alma cuerpo, con primacía del pensamiento. Es un mundo que se ha abierto en todos los ámbitos: la ciencia, la geografía… Lo que se sabe es que lo desconocido supera con creces a lo conocido. Ambos, Descartes y Pascal, son matemáticos.
Pascal se debate para encontrar de nuevo el lugar del hombre en un cosmos que le desborda por todos sitios, ¿en que consiste la grandeza del hombre? ¿Dónde puede apoyarse? ¿Qué hay que sea enteramente fiable? Pascal está en un mundo donde la contradicción existe, donde lo infinito pugna por entrar en lo finito. Su esfuerzo abre espacios tanto en lo exterior (las matemáticas) como en lo interior: el corazón, el sentimiento.
Textos de Pascal
Blaise Pascal, Pensamientos. Traducción de Ediciones Cátedra, 1998.
(201) Me aterra el silencio eterno de esos espacios infinitos
(114). La grandeza del hombre es grande cuando él se conoce miserable. Un árbol no se conoce miserable.
Saberse miserable es, pues, ser miserable, pero es grande saber que se es miserable.
(437) No se es miserable sin sentimiento: una casa en ruinas no lo es. Solo el hombre es miserable.
(111) Yo puedo concebir muy bien a un hombre sin manos, sin pies, sin cabeza, pues no es más que la experiencia quien nos enseña que la cabeza es más necesaria que los pies. Pero no puedo concebir al hombre sin pensamiento. Ese sería una piedra o un bruto.
(200) El hombre no es más que una caña. La más débil de la naturaleza, pero es una caña pensante. No es necesario que se arme el universo entero para destruirla; un vapor, una gota de agua es suficiente para matarlo. Pero aunque el universo le aplaste, el hombre sería todavía más noble que quien le mató, porque sabe que muere y la ventaja que el universo tiene sobre él. El universo no sabe nada.
Toda nuestra dignidad consiste, pues, en el pensamiento. Es ahí donde tenemos que levantarnos y no en el espacio y en el tiempo, que no sabríamos llenar. Trabajemos, pues, en pensar bien.
(298) El corazón tiene su orden; el espíritu tiene el suyo, establecido por principio y por demostración. El corazón tiene otro. No se prueba el amor exponiendo por orden las causas del amor, eso resultaría ridículo.
(423) El corazón tiene razones que la razón no entiende.