Después de bastantes entradas tratando la noción de intimidad, quiero dedicar algunas a la meditación. La meditación es el principal instrumento de trabajo con la intimidad. En realidad ya he empezado con la entrada anterior sobre la belleza.
Quizás pocas veces nos planteamos la importancia de la meditación en nuestra vida cotidiana, es decir su necesidad para la calidad humana de nuestra vida, para desarrollar una vida que sea verdaderamente humana. Y sin embargo, la meditación apunta al centro de lo más específicamente humano, lo descubre, lo hace nacer y por eso constituye una actividad esencial para cualquier hombre o mujer, de tal modo que sin ella, su vida carecerá de cualidades que necesita para ser profundamente humana. La meditación es una actividad característica del hombre, que le especifica como tal. La meditación es la herramienta para trabajar en directo la intimidad, y es por esto que se convierte en algo necesario si se quiere vivir desde dentro, ser realmente uno mismo.
La nos hace ser hombres por su conexión con el amor. El amor tiene su fuente ser honesto consigo mismo y con los propios sentimientos y necesidades. Esta es la base de donde puede fluir el amor, de la que se alimenta. Y ese trabajo de conexión de nuestra intimididad con nuestros sentimientos y necesidades la hace la meditación. Por ello la meditación nos conecta con la fuente más profunda que hay en nosotros. La meditación es totalmente necesaria para una vida verdaderamente humana, para descubrir la propia identidad como personas, para poder contemplar el mundo y descubrir su belleza.
La belleza como vía para la meditación es especialmente importante, toda meditación es de algún modo apertura a la belleza, apertura al ser, y apertura a la belleza. La belleza es el camino la vía el prisma por el que conectamos con el mundo con nuestro ser más profundo. En la meditación las cosas tiene que ser bellas y si lo son, nos entran hasta lo más hondo, hasta las coyunturas de nuestro ser.
Hay muchos sistemas de meditación. Tanto la tradición de origen cristiano como la budista, la hinduista y la islámica, la han desarrollado por diferentes vías. Todas ellas son válidas, o mejor entre ellas hay que escoger aquella que es más adecuada para nosotros
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