Desde luego la abdicación de Juan Carlos a la corona de España admite muchas lecturas, y también una desde lo emocional. Para hacerlo no hay más que fijarse en su discurso de abdicación, discurso breve, pero plagado de términos emocionales: orgullo, gratitud, ilusión, etc. En el centro del discurso hay unas palabras de Juan Carlos que dibujan el contenido emocional de la relación política establecida entre gobernante y ciudadanos. Juan Carlos ha afirmado que: «He gozado con vuestros éxitos. He sufrido cuando el dolor o la frustración os han embargado». Vamos a seguirlas para ver los motivos de la abdicación.
Desde luego no se puede dudar que Juan Carlos ha acompañado a los españoles en sus éxitos. En el deporte ha estado siempre presente cuando en un acontecimiento de nivel internacional aparecía un español, allí estaba Juan Carlos: sea en el futbol, en el mundial, europeo, copa de campeones, como en baloncesto, tenis, recibiendo a Rafa Nadal, etc. etc. También ha acompañado en los éxitos empresariales, culturales, etc. Si efectivamente, el rey Juan Carlos ha sabido estar cuando ha habido éxitos españoles.
Es la segunda parte de la frase la que presenta problemas. «He sufrido cuando el dolor o la frustración os han embargado». Al menos los españoles no han sido capaces de advertir ese sufrimiento que acompañaba el suyo. El momento clave es cuando en medio de una crisis que estaba dejando a medio país en la pobreza, Juan Carlos es sorprendido cazando elefantes junto a una amante en África. El escándalo es mayúsculo precisamente porque marca la diferencia entre una situación de sufrimiento de los ciudadanos españoles y un gobernante que se dedica a disfrutar. Tanto advierte el mismo Juan Carlos la desafección producida que Juan Carlos hace una aparición sorprendente para pedir perdón, apareciendo como un abuelo delante de su familia diciendo que se ha equivocado. Esta percepción de distancia de los dolores y frustraciones ya no va a ser superada, y es la que en definitiva va a obligar al rey a abdicar.
La frase de Juan Carlos de alegrarse con las alegrías y sufrir con los sufrimientos es casi a la letra una definición de empatía. El gobernante político debe tener empatía con sus ciudadanos, ya que detrás de esas emociones se encuentran las necesidades que tienen. Ser empático significa detectar la necesidades a través de ser sensibles a alegrías y sufrimientos. Además la empatía no basta que la posea el gobernante, los ciudadanos deben percibir la empatía. No basta con percibir la emoción de una persona. Esa persona debe darse cuenta y validar que efectivamente ese es su sentimiento y por tanto su necesidad.
Aquí ha estado el gran error emocional de Juan Carlos como político. Los ciudadanos no han percibido en Juan Carlos ese sufrir con su sufrimiento. No han oído una palabra suya en defensa de la vivienda que miles de personas están perdiendo, no han oído una palabra suya que les defienda frente al poder de los bancos que les han privado de sus ahorros, no han oído una palabra de defensa, como no fuese genérica y formal, ante políticos que no cumplían su deber, no una palabra de defensa ante personas que perdían las prestaciones por discapacidad, etc. etc. No le han percibido al lado de sus sufrimientos.
Es precisamente esta percepción de la ciudadanía de la distancia de Juan Carlos de los problemas de cada día durante una dura crisis, la que les ha hecho considerarle parte de un grupo de privilegiados, alejados precisamente de los sufrimientos. A esa percepción de distancia ha contribuido también que una hija del rey haya sido imputada en los procesos de corrupción. Eso ha incluido a la familia real entre los que se aprovechan a costa de los ciudadanos corrientes.
Entonces la abdicación se produce precisamente porque Juan Carlos advierte que los españoles ya no le quieren. Esta es la clave: que la relación establecida con ellos se ha deteriorado irremediablemente, que va a ser muy difícil recuperar la confianza. Y esa relación se ha perdido porque Juan Carlos ha perdido un elemento emocional imprescindible para un gobernante: la empatía. Los ciudadanos le han percibido muy alejado de sus sufrimientos y por tanto también de sus necesidades.
Esta es también a mi entender la gran enseñanza de la abdicación de un gobernante que durante décadas ha gozado de una excelente relación con los ciudadanos