Se podría ver la historia de la humanidad como la historia de la subyugación de otros seres humanos para conseguir su trabajo en beneficio propio. Vamos a señalar sencillamente algunos hitos de esta visión.
Las sociedades de la llamada edad antigua construyen su supervivencia sobre el trabajo de esclavos. La guerra se convierte en un elemento necesario para poder conseguir los esclavos necesarios para hacer funcionar la economía de las grandes potencias de la época. El ejemplo más paradigmático es el Imperio Romano, que se constituye económicamente sobre los esclavos y su crónica carencia de alimentos la hace cada vez más dependiente de sus dos principales “graneros”, Sicilia y Egipto, de territorios conquistados. Se constituye por tanto como una potencia militar para el dominio que vive del trabajo de los esclavos, y estos son reducidos a la condición de cosa y sobre los que el dueño tiene derecho de vida y de muerte.
En la Alta Edad Media, con una sociedad mucho menos organizada, y con muchas menos comunicaciones, se monta la sociedad sobre los siervos de la gleba, campesinos ligados a la tierra. Es una sociedad jerárquica donde cada persona ocupa su lugar por nacimiento. La autoridad de la sociedad tiene la función militar y de mantener el orden, la cultura está encomendada a los sacerdotes y monjes, de modo similar a las culturas más primitivas. Es la sociedad jerárquica estamental: nobleza, clero y pueblo. De nuevo el grupo más extenso de la sociedad vive ligada a la tierra y a la función económica, sin posibilidad de salir de ella. Esta estructura se va a mantener básicamente en Europa hasta la revolución francesa. Durante su vigencia el trabajo se encuentra desprestigiado: encomendado a la clase baja, mientras no se considera digno de la clase alta trabajar, solo el ejercicio de las armas, evidentemente por el mantenimiento del poder. Detrás de este hecho está por ejemplo uno de los grandes motivos de la decadencia del imperio español: su crónica incapacidad para establecer una sociedad respetuosa con los derechos de todos, debido a la existencia de una clase dominante que solo ve su actividad en el ejercicio de las armas, y no en el trabajo o en la riqueza generada por este.
Esta carencia se descubre de forma nítida en el descubrimiento de América, que ve el resurgimiento de la esclavitud. Los conquistadores europeos, incluyendo junto a los españoles, a los portugueses, franceses e ingleses, encuentran la solución para la colonización y dominio de los nuevos territorios en la obtención de mano de obra barata para las explotaciones: los esclavos traídos de África. La sociedad adquiere una estructura donde la fuerza del trabajo se consigue de nuevo con la esclavitud formalmente establecida. Debido a que los indígenas de América se ajustan mal a ese concepto, se trae la mano de obra de África, quienes al estar desarraigados, son más fácilmente sometidos. Es significativo que la primera isla descubierta durante la conquista, llamada la Española, alberga actualmente los dos países con mayor población negra de toda América, Haití y Santo Domingo.
La revolución francesa va a suponer una inversión en la consideración social del trabajo, debido a que la clase que triunfa es la burguesía, a partir de ese momento la aceptación social viene marcada por el trabajo y más concretamente por el nivel de ingresos que este produce. Sin embargo no se produce esa liberación de las personas, porque aparece una extensa clase, el proletariado, que pasa a ocupar el lugar que tenían siervos de la gleba, campesinado y, como hemos visto en América, los esclavos. Aparecen todos los movimientos socialistas que buscan la igualdad social, igualdad que se mide por los ingresos económicos. Carlos Marx describe con precisión las condiciones de la nueva clase social y sus condiciones que no se distinguen excesivamente de las anteriores clases sociales esclavizadas: jornadas de 16-18 horas, sin descanso semanal ni derecho a vacaciones. Marx define agudamente esas condiciones alienantes en que quedan los trabajadores como «materia que se experimenta a sí mismo como materia». Las personas quedan reducidas a sus sensaciones y a sus necesidades fisiológicas básicas, el primer nivel de la pirámide de las necesidades de Abraham Maslow. No existe ni la posibilidad de salir, porque no se puede subir por la escalera de las necesidades: en realidad esta es la condición del esclavo. Esclavo es quien tiene impedido subir por la escalera de las necesidades de Maslow.
En el siglo XX diferentes movimientos sociales y políticos, y con éxitos y finalidades diferentes, han buscado esa igualdad. El resultado es dudoso, por ejemplo, los grandes paraísos del proletariado han creado una gran clase superior de burócratas, que mantienen férreamente el control de la sociedad que no deja por tanto de albergar grandes desigualdades. En los países donde ha triunfado la ideología liberal, que finalmente ha sido victoriosa sobre casi todo el planeta, especialmente en los llamados países desarrollados, surge una nueva clase que controla el dinero y la economía, en alianza con la clase política y los medios de comunicación, de modo que las desigualdades distan todavía de desaparecer. Es un control desde la capacidad económica.
Seguramente la crisis del final de la primera década del siglo XXI tiene mucho que ver con este nuevo control del trabajo y la economía a través de los medios financieros en alianza con la clase política y poderosos medios de comunicación que ejercen un oligopolio de control de la cultura, de las ideas que se difunden en la sociedad.
Para terminar de completar ese panorama habría que incluir que en el período que parte desde la revolución francesa, que es un periodo de gran desarrollo económico, este se realiza principalmente en los países occidentales, y los países asiáticos se van incorporando algo más tarde. Un elemento clave para este desarrollo son las materias primas y occidente se lanza a una carrera por el dominio que genera primero el fenómeno del colonialismo y después, cuando se concede la independencia a los diversos países colonizados, un dominio económico y de explotación que deja significativamente el continente africano en una situación dependiente: ya que se le han sustraído todas las fuentes de riqueza. Los países árabes en los que hay reservas de petróleo han podido a través del control de esta fuente de riqueza liberarse algo de ese dominio.
La conclusión de este rápido vistazo a la historia es que la organización del trabajo es determinante en la situación y derechos de la persona humana.
Desde el punto de vista antropológico deja claro que la necesidad de trabajo ha determinado la utilización como medios de una cantidad incalculable de seres humanos que han sido considerados de segunda categoría, o mejor, meros instrumentos. Esta situación de falta de respeto por las personas parece crónica en las sociedades humanas y no ha variado hasta el día de hoy. El trabajo tiene que ver con el sometimiento del hombre por el hombre y la norma ética de Kant de tratar al hombre no como un simple medio, sino respetando siempre su fin como persona, mantiene toda su validez.