La revista Scientific American de septiembre 2014 incluye 3 elementos de respuesta al interrogante: andar erguido, la monogamia y la cooperación entre congéneres. En mi opinión mejor que la monogamia, que evidentemente no es un comportamiento generalizado en el ser humano, lo que realmente hace especial al ser humano es el sexo, su modo de vivir la sexualidad. Dentro de ese modo está su tendencia mayoritaria a la monogamía, pero el sexo es bastante más. Así que esta es mi corrección a los elementos que indica Scientific American.
En mi entrada sobre la monogamia decía que “El hecho de la liberación del estro o del periodo en la hembra del homo sapiens, hecho que posibilita que se puedan tener relaciones sexuales en todo momento y que dejen de estar ligadas a estaciones o momentos determinados, es uno de los puntos clave de la evolución de la especie, tanto como la posición erguida”. Pero esto ya lo había visto Ortega: «Ya dijo Beaumarchais: ‘beber sin sed y amar en todo tiempo es lo único que diferencia al hombre del animal’. Está bien, pero ¿que es preciso añadir al animal «amante» una (o dos) vez al año, para hacer de él una criatura que «ama» las cuatro estaciones? Aun quedándonos en el piso bajo de la sexualidad ¿cómo es posible que del animal, tan indolente en el amor, proceda el hombre, que se manifiesta en la materia tan superlativamente laborioso? Pronto caemos en la cuenta de que en el hombre prácticamente no existe, hablando en rigor, el instinto sexual, sino que se da casi siempre indisolublemente articulado, por lo menos con la fantasía (…) la lujuria no es un instinto, sino una creación específicamente humana -como la literatura-. En ambas el factor más importante es la imaginación». Ahora veremos todas las consecuencias de la observación de Ortega.
La liberación de las relaciones sexuales del periodo de la hembra produce un hecho fundamental: la separación de la sexualidad de la reproducción. Para decirlo con mayor precisión: la sexualidad deja de estar conectada directamente con la reproducción, de modo que muchos actos sexuales en la pareja humana son por si mismos infértiles, el sexo deja de estar ligado a los periodos fértiles de la hembra: este es precisamente el hecho. Esto no se produce en ninguna otra especie.
La sexualidad adquiere dos dimensiones: una procreativa y otra unitiva. La dimensión unitiva consiste en la creación de atracción y afectos hacia la pareja con la que se realiza. Lo peculiar es que la dimensión unitiva se encuentra siempre presente, la procreativa no.
Al desligarse de una dimensión procreativa dominante, el sexo no queda ni siquiera vinculado al acto sexual, entendiendo por este la penetración de la vagina de la hembra por el pene del macho con la correspondiente eyaculación. Es decir, se produce una sexualización del cuerpo, tanto del macho como de la hembra, de modo que muchos elementos corporales adquieren la capacidad de participar del disfrute sexual: las zonas erógenas se multiplican. La consecuencia es que la sexualidad queda libre para poder convertirse en instrumento de la imaginación, como ya indicaba Ortega. El sexo puede buscarse por sí mismo, por el disfrute y la satisfacción que produce. Esto quizá es un efecto y no una consecuencia, ya que ambos fenómenos, liberalización sexual del cuerpo y que la sexualidad sea campo de la imaginación se producen a la vez.
Es sorprendente, o quizá es lógico, que la encíclica de la iglesia católica, Humanae vitae, que prohíbe la anticoncepción, lo hace precisamente reconociendo la existencia de las 2 dimensiones de la sexualidad, la unitiva y la procreativa. Su idea moral es vincular ambas dimensiones de modo que no puedan ser artificialmente separadas. Esto refuerza la idea de que efectivamente están separadas y que el hecho de que permanezcan unidas ya no es un tema biológico para el hombre-mujer, sino moral, es decir depende de la conducta elegida, lo que remacha el hecho de que hay varias conductas para elegir. También es lógico que desde el terreno de la moral se busque eliminar unas conductas, que se presentan constantemente en el homo sapiens, pero que se ven como disruptivas de la vinculación de la pareja y con grave incidencia en el ámbito social.
La vinculación de la pareja, tal como indiqué en la entrada sobre la monogamia, se produce tanto por la atracción sexual entre la pareja como por toda una serie de emociones específicas. La separación de las dimensiones unitiva y procreativa, que es el modo de vincular a la pareja, al permitir el sexo a lo largo de todo el año, tanto liga fuertemente a la pareja en la monogamia, como permite que se busque el sexo sin necesidad de mantenerlo dentro de la pareja. Esto es una gran puerta a buscar la dimensión unitiva, tan fuerte en el ser humano, fuera de la pareja. También el sexo ocasional, el sexo sin pareja u homosexual y el sexo individual adquieren carta de existencia. Esto produce una inferencia rupturista en la pareja, que produce un efecto contrario al de la monogamia, que buscaba la permanencia debido a la larga duración de la atención a las crías.
Esto explica porque desde las instancias morales y sociales se busca dar solución y estabilizar tanto pareja como organización social. La autoridad política y la religiosa históricamente se ponen del lado de estabilizar las parejas, precisamente por los efectos disruptivos en lo social de su ruptura, comenzando por su incidencia en los hijos. Es decir, resumiendo, el sexo en el homo sapiens tiene un efecto doble, por un lado permite parejas de larga duración para atender a los hijos, pero por otro posibilita un sexo fuera de la pareja. Esta segunda posibilidad abierta posee un efecto disruptivo sobre la organización social humana.
Cuáles son, por tanto, las consecuencias de evolución del homo sapiens que ha separado la sexualidad de los periodos fértiles y que por consiguiente ha dado la posibilidad de separar sexo y reproducción. Primero, el sexo se ha convertido en una actividad superlativa del homo sapiens, segundo su mismo cuerpo se ha sexualizado y, tercero, tanto practica la sexualidad solo como acompañado, con el mismo o distinto sexo. Tanto establece parejas monogámicas, como explora todos los comportamientos posibles en la sexualidad. En un segundo nivel, esa hiperactividad tanto estabiliza a largo plazo, creación de la familia, como “desorganiza” la organización social del homo sapiens, ambos fenómenos se producen simultáneamente, dando una posición estadísticamente mayoritaria a la estabilidad de la pareja-familia y detrás de ella de lo social.