¿Y el adorno de la persona misma? ¿Por qué se usa el collar? Y tantas otras cosas, piercing, pendientes, pulseras, colores en los trajes, chinchetas, … cada día descubrimos nuevos adornos para la persona. Seguimos en el terreno del lenguaje. Se trata de la presentación de la persona, que se origina en el modo personal en que el ser humano ve el mundo, el modo en que enfoca la vida, su visión de las cosas.
Pero la persona no es algo sólo para si misma: la persona es relación, comunicación. Uno no se adorna para sí, se adorna para entrar en la relación de comunicación, para que los demás le vean, para verse a sí mismo. Por tanto los demás tienen un peso clave en el adornarse porque establecen el otro polo de la relación sin la que el adorno no se daría. Por eso podemos decir que la persona se adorna para los demás, especialmente para la persona amada (siempre la relación con el amor). “No quiero que me vea con estos pelos” significa que no quiere mandarle un mensaje equivocado, porque gracias a su amor veo la vida bonita y eso se debe reflejar en mi misma.
Desde este prisma, el adorno es la persona, el modo personal de ver el mundo. Esto es lo que habitualmente se dice: dar un toque personal, algo que solamente esa persona puede dar, algo que lo hace irrepetible, distinto a todo lo demás. El adorno, como hemos visto antes, hace el ambiente humano, y lo hace precisamente por esto que vemos ahora: deja el toque, la marca, la señal de la persona en las cosas.
El adorno también singulariza a la persona, la hace única. Es la necesidad humana tan profunda de ser uno mismo, con toda la singularidad personal. El marketing lo ha descubierto hace tiempo y muchas de nuestras compras son “personalizables” es decir podemos adaptarlas a nuestro gusto, sus adornos permiten ser adaptados a nuestra singularidad personal y a nuestras necesidades personales. Personalizar es por tanto añadir adornos acordes a nuestro gusto, a nuestra forma personal de ver la belleza. De este modo el coche que adquirimos tiene la tapicería personalizable y también las llantas y el volante y… muchos complementos más. Lo mismo pasa con la comida, hace muchísimo tiempo que los restaurantes hacen menús para ajustar la comida a nuestro gusto. También las marcas de comida rápida que son por si mismas standard, iguales en Madrid, en Tanger y en Singapur, han encontrado en la pesonalización el modo de llegar mejor al cliente y presumen de lo contrario de lo estándar: hazlo a tu modo! (have it your way!).
Precisamente por singularizar a la persona, el adorno nos permite ser nosotros mismos, también nos personaliza, y es infinitamente moldeable, tanto como la materia al espíritu. Hay tantos adornos como personas.
Además el adorno, el modo cómo la persona se presenta, nos permite saber un montón de cosas de la persona, sus gustos, incluso su situación personal actual y su estado de ánimo. Cuando encontramos a alguien en los infinitos detalles de su atuendo, de su rostro, de su figura, descubrimos mucha información: cómo se encuentra, cómo ve el mundo, su noción de la belleza o de la fealdad.
En resumen el adorno tiene relación con la misma definición de persona, nos permite ser la persona que somos.