He encontrado un video en la web con ese nombre, que refleja comportamientos de prepotencia del hombre sobre la mujer o que se basan en prejuicios adquiridos, como el camarero que pone la cerveza al hombre y la coca-cola a la mujer, asumiendo que el alcohol es para el hombre.
Los micromachismos están ahí, aunque no queramos verlos, como muy bien afirma el final del video y reflejan ese machismo ambiental que la cultura no ha conseguido quitarse a pesar de muchos años de pelea por la igualdad de la mujer. Desde la irrupción del feminismo en la cultura, con fuerza a partir de la mitad del siglo XX y el Segundo sexo de Simone de Beauvoir, ha habido un esfuerzo cultural y político para igualar a los sexos en la cultura y en la vida cotidiana de las personas.
Evidentemente ese esfuerzo está especialmente dirigido a eliminar la violencia machista. Sí, hay una violencia machista, a la sociedad le ha costado aceptar que hay una violencia que surge de una cultura ancestral de predominio del varón, y que por tanto tiene un origen y un sesgo especial. ·Ese vuelco cultural ya está dado y llevamos cincuenta años peleando contra esa lacra social y, sin embargo, los resultados no son demasiado esperanzadores, ya que la violencia machista se sigue produciendo.
Por todo eso llevo tiempo replanteándome el tema y viendo si el esfuerzo que estamos haciendo es exactamente el que tenemos que hacer o hay algo que corregir en esta lucha por la igualdad, que después ha sido matizada como lucha por la igualdad en la diversidad, porque efectivamente hombres y mujeres son diferentes, en verdad muy diferentes.
Y para mi en este momento la gran carencia de esta batalla es el hombre, no hay culturalmente una definición social de qué es un hombre. El hombre parece un concepto perdido y no hay un trabajo cultural generalizado sobre la identidad masculina y aparece excesivamente estereotipada. Esto tiene consecuencias como que un político, ayer mismo lo vi en televisión, puede reunirse con mujeres y no lo hace con hombres. A esto lo podría llamar de una forma agresiva microfeminismos y tiene también múltiples fenómenos en la sociedad que vivimos, que corren a favor del viento de lo políticamente correcto, pero no de lo real de cómo la sociedad es.
Insisto hace falta buscar la definición de hombre, varón, macho o de todos esos matices. El feminismo, el machismo siempre se produce en relación y en estas siempre hay dos sujetos, en este caso, el hombre y la mujer. Llevamos cincuenta años atendiendo prácticamente solo a la mujer, los problemas de la mujer por el machismo, la violencia contra la mujer. Quizá es el momento de incluir al hombre en la ecuación y buscar las soluciones en conjunto.
También es un momento en el que la mujer tiene que tomar la iniciativa. No bastan las campañas oficiales para erradicar el machismo. Mi madre fue una feminista antes de que el movimiento eclosionara, una empresaria durante el franquismo, peleando contra todos los obstáculos que las leyes y la sociedad le ponían. Yo nunca le oí una queja de haber sido desfavorecida por ser mujer, y realmente lo estaba siendo. Al contrario afirmaba que muchas mujeres, y recuerdo un comentario referido a su hermana, no trabajaban por ellas mismas, por su mentalidad, porque no se lo tomaban en serio. Su idea era, y ha pasado a ser una convicción mía, que no hay liberación de la mujer sin la mujer. Igual que no hay ninguna otra libertad si el colectivo al que concierne no decide que es una libertad propia. Este es el punto clave.
Es evidente que hay otorgar justicia en los casos de desigualdad y por supuesto en los casos de violencia, pero hay otro terreno, quizá más imperceptible, pero también muy importante porque impregna la vida cotidiana, que es el terreno de los micromachismos, que debe ser ganado por la mujer, por sus ganas de igualdad, por la precepción de su propia dignidad, por su autoestima. Y ese terreno no va a ser recuperado por campañas públicas, ni por denuncias oficiales, sino por cada mujer en el terreno de su vida personal. No hay liberación de la mujer sin la mujer.
Recojo como final mis dos iniciativas (1) incluir también al hombre en las campañas, estudios, es necesario un concepto de hombre, un trabajo cultural sobre la identidad masculina. (2) Trabajar positivamente por el empoderamiento femenino, la mujer es la única que puede ganar la batalla en el terreno de la vida cotidiana, en conformar nuestra vida social de un modo más respetuoso e igual. El empoderamiento femenino es una de las claves de todo el proceso.
¡Me encanta! Como siempre, lo dices todo y lo dices bien, Antoñico. ¡Un abrazo!
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Aunque el contenido del artículo me parece brillante no puedo dejar pasar el enfoque del título y la fotografía. Hace parecer que el feminismo es justo los contrario al machismo: craso error. Es desalentador que la sociedad en general asocie estos términos como complementarios. El feminismo no busca el enaltecimiento del género femenino sobre el masculino; defiende la igualdad absoluta entre ambos sexos. El hembrismo sería el término adecuado para este caso. Saludos.
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Sencillamente tienes razón, machismo y feminismo no son los mismo y tampoco movimientos especulares. Tu matización complementa perfectamente la entrada.
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