El encuentro Yo-Tu en Martín Buber

Esta es la quinta entrada comentando el libro de Martin Buber, Yo y Tu (Caparrós Editores, Colección Esprit, Traducción de Carlos Díaz. 1998), que ha sido fundamental en mi evolución y en mi manera de comprender al hombre.

Avanzamos con nuestro Yo-Tu. «El Tú me sale al encuentro por gracia –no se le encuentra buscando» (…) «Toda vida verdadera es encuentro».

encuentro

encuentro

«La relación con el Tu es inmediata. Entre el Yo y el Tu no media ningún sistema conceptual, ninguna presciencia y ninguna fantasía… Entre el Yo y el Tu no media ninguna finalidad, ningún deseo (…) Toda mediación es un obstáculo. Sólo donde toda mediación se ha desmoronado se produce el encuentro». Para el cazador de pieles no hay encuentro con el bisonte despellejado, si hay encuentro, por el contrario, para quien contempla el sol poniente y su espectáculo de rayos en todos los tonos del rojo. El hincapié está en que la posibilidad o no de tener este tipo de encuentros determina nuestro Yo, determina quienes somos. Hasta aquí es dónde hemos llegado.

Vamos a dar un paso más adelante. Vamos a ver qué son encuentros Yo-Tu, vamos a poner algún ejemplo. Primero, uno que me parece que resultará muy claro: no se olvida nunca el haber nadado con ballenas, es un encuentro que se queda marcada para siempre en aquel que la ha experimentado: siempre recordará ese ser vivo inmenso que se le apareció nadando cerca. Por mi parte siempre pongo el mismo, porque me encanta. Una madrugada de pesca cuando era niño, en la bahía de Alcudia, Mallorca, alejados de tierra, que solo se vislumbra a lo lejos, con la barca parada, mecida por las olas suaves y bañada por el intenso rocío del mar y el frío de la madrugada. Poco a poco ha ido despuntando una claridad, primero difusa, general y, de pronto, sobre la superficie del mar comienza a aparecer el sol, todo rojo, todo calor, todo energía, … y el ilimitado paisaje del mar comienza a cambiar con su aparición, los azules clarean, la espuma que el mar forma contra la barca se ilumina, las montañas nos dejan ver sus cimas que reflejan como espejos…  Una belleza increíble, inmensa, sin confines, que yo, en aquella pequeña barca tradicional de pescadores, un llaud de Mallorca, puedo ver, participo de ella, yo la estoy gozando, de algún modo aquello tan grande entra en mi, lo abarco,… Yo puedo ver la belleza del amanecer y os la puedo describir ahora, esa es mi grandeza.

¿Cuál es mi relación con el mar aquel día, una relación Yo-Tu o una relación Yo-Ello? ¿El mar, aquel día, fue para mí un objeto experimentable o algo con lo que solo es posible el encuentro? ¿algo que es un medio a utilizar o un fin?

No me resisto a citar a John Steinbeck en «Al Este del Edén»: «A veces una especie de gloria ilumina el espíritu del hombre, es algo que le ocurre a casi todo el mundo. Uno siente cómo crece o cómo se prepara, lo mismo que una mecha que arde hacia la dinamita. Es una sensación en el estómago, un deleite de los nervios, de los antebrazos. La piel siente el aire, y cada profunda aspiración tiene un dulce sabor. Su comienzo da el mismo placer que un gran bostezo; brilla con resplandor en el cerebro y todo el mundo aparece rutilante ante los ojos. Se puede haber vivido durante toda la vida de una manera gris, viendo la tierra y los árboles oscuros y sombríos. Los acontecimientos, incluso los más importantes, se han deslizado inexpresivos y pálidos. Y de repente, surge la gloria; y entonces se encuentra dulce el canto de los grillos, y el perfume de la tierra se alza como una canción hasta el olfato, y la luz que forma motas bajo un árbol es una bendición para los ojos. Esto provoca en los hombres una eclosión torrencial, pero no por ello se sienten disminuidos. Y me atrevería a afirmar que la importancia de un hombre en el mundo puede medirse por la calidad y el número de sus momentos de gloria. Es un hecho aislado, pero que nos une al mundo. Es la fuente de toda creación y coloca a cada hombre aparte de los demás».

Y las veces que me he enamorado de verdad, profundamente, ¿cómo se establece esa relación? ¿la considero un medio o, por el contrario, es lo que me lleva a moverme, a plantear las demás cosas en función de ver a esa mujer de la que me he enamorado, de estar con ella? Y la relación con la poesía, con la literatura,… ¿es un medio o es un fin? ¿es un instrumento para mis fines o es algo que es parte de mi vida, con lo que gozo, disfruto?

Evidentemente, si me gusta la literatura y leo mucho, hay algo instrumental en ello: aprendo a escribir y la escritura es un instrumento de expresión, pero no es reducible a eso: de hecho no leo para tener un instrumento de comunicación, leo porque me gusta, busco huecos para leer y dedico parte de mi tiempo libre, de lo que considero mi tiempo más preciado a leer. He tenido un encuentro con la palabra. Leer está en el terreno del encuentro.

Todas las personas tienen personas, cosas, gustos, materias, aficiones, trabajos, que han constituido encuentros en su vida, todos hemos tenido algún momento de gloria, como dice Steinbeck, momento en el que se ha producido un encuentro que nos pone en la fuente misma de la creación, en el origen, en el descubrimiento, en el goce, … Esas personas, cosas, gustos, materias, aficiones, trabajos, que han constituido encuentros en su vida, no se pueden eliminar, no se pueden separar de su vida, porque entonces no quedaría una vida.., su misma definición como personas desaparecería. Los encuentros son la clave que hace que una vida sea esa concreta y determinada y no otra, lo que hacen una vida particular algo valioso no intercambiable con ninguna otra. Esto desde luego teniendo en cuenta que en el encuentro está el Yo y está el Tu.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s