Ida de Pawel Pawlikowski, necesidades básicas vs sentido de la vida

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Ida es una película dramática polaca de 2013, dirigida por Paweł Pawlikowski. Fue estrenada el 11 de septiembre de 2013. La película ha ganado varios galardones cinematográficos polacos y europeos, incluido el de mejor película por la Academia de Cine de Polonia y mejor película por la Academia de Cine Europeo. Además del premio a mejor película extranjera en los premios Óscar 2015.

Ida es una novicia a punto de hacer sus votos perpetuos. Antes de hacerlos sus superioras la animan a que visite a su única familia viva, una tía, hermana de su madre a quien no conoce. Su tía es una jueza de vida descentrada y bohemia, que es parte activa del régimen comunista polaco.

La trama es un recorrido en blanco y negro, por las calles y paisajes sórdidos de la Polonia del comunismo. Con una sobriedad expresiva, que lo fía todo a la fotografía y a la expresión del rostro, sin casi conversaciones y de una forma lineal, la película nos introduce en el drama de los 40 años del comunismo en la sociedad polaca.

La película es un buen ejemplo de cómo la pirámide de las necesidades de A. Maslow puede ayudar en un análisis que aporta mucha luz. Desde el punto de vista simbólico, la tía representa el régimen comunista e Ida la Iglesia. En la pirámide de Maslow la tía representa las necesidades básicas. Son las únicas necesidades que cuida: bebe mucho y se emborracha, tiene relaciones sexuales de una noche, … Es una mujer sin pareja ni familia, que ha perdido el interés por la carrera profesional. La tía al encontrarse de nuevo sola después de la partida de Ida se suicida. El régimen polaco hizo lo mismo se suicidó, era sin sentido.

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Ida representa las necesidades del nivel de autorrealización y sentido de la vida. Como novicia se niega y no ha experimentado ninguna de las necesidades básicas. Parte de la trama es precisamente su primer contacto con ellas, a través de la vida de su tía y de la relación con un chico que conoce. Durante un momento parece que las necesidades básicas van a ganar la partida e Ida se va del convento y comienza a beber, a salir… Cuando después de un tiempo se acuesta con el chico, al terminar le pregunta… “¿y ahora qué?” La respuesta, sencillamente naturalista, es: “somos novios, nos conocemos”, ¿y después? “nos casamos, trabajamos, tenemos hijos… lo que hace todo el mundo, una vida normal”. Después de esta conversación Ida hace las maletas y regresa al convento sin ni siquiera despedirse. Una vida “normal” o natural no es lo que quiere, ella opta por el sentido de la vida. En la pugna entre necesidades básicas y sentido de la vida, esté último triunfa. Ese sentido de la vida descarnado, formal, carente de sentimientos, que le ofrece la Iglesia. Si se entiende lo que quiero decir es puro “sentido”, sin “vida”.

La Iglesia le gana al Partido la batalla. Polonia está polarizada en blanco y negro, entre Partido e Iglesia, entre necesidades básicas y sentido de la vida. Faltan enteramente los sentimientos. Los sentimientos son los que ponen el color. La vida no es en blanco y negro es en color. Ese es el gran drama que la película pone de relieve. Los sentimientos ponen el amor, la seguridad, la libertad, las relaciones humanas, el reconocimiento personal, la cercanía, las raíces… Todas esas necesidades humanas faltan en la película, desaparecen en su mundo en blanco y negro.

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