Quién está enamorado es quién conoce (Enamoramiento-10)

Como aparece en las últimas entradas sobre el enamoramiento, uno de los sentimientos integrantes del enamoramiento es la admiración. La admiración no es una exageración fuera de la realidad, como razona quien no se admira, que se vuelve sensato al temer la12353557_s apertura y la sumisión que ve en quien está admirado y busca que ponga algo de distancia, pero eso es lo que no puede hacer el enamorado, ni atender a razonamientos que destripen la muñeca, que descompongan lo sucedido en partes.

Quien admira no destripa la muñeca, eso le parece un desastre, porque quien admira ve lo amado en su integridad. No admira sólo cualidades del objeto, sino de lo amado en sí, por eso no puede destriparlo. Se puede decir que, quien admira, es el que tiene un conocimiento exacto, preciso de aquello que admira, quien lo conoce y conoce sus cualidades y, por eso, da su justo valor. Así, por ejemplo, quien está enamorado de las motos las admira y, precisamente por eso, sabe lo que pueden dar de sí, sus problemas, sus fallos, sus posibilidades, etc.; es la persona que mejor partido les puede sacar y quien nos enseña a respetarlas.

Sigue leyendo

La mirada en el enamoramiento (8)

Ya hemos dicho varias veces que el enamoramiento es una concentración de la atención, mirada adolescentealgo que le maravillaba a Ortega y le hacía encontrar dificultades en la objetividad del enamorado. La mirada es fundamental, la mirada es profundamente modificada por el enamoramiento. Las cosas no sólo son vistas porque están ahí, son vistas según nuestra capacidad de verlas y, en eso, el enamoramiento, nuestro compromiso con los descubrimientos que el enamoramiento nos ha ido haciendo, es vital. Como se puede comprobar nuestra visión está en las antípodas de la de Ortega.

Sigue leyendo

El enamoramiento (2): Aproximándonos al fenómeno

Entre las múltiples descripciones del enamoramiento que nos proporciona la literatura, he escogido una de John Steinbeck en su novela «Al este delal este del eden Edén». Quizás, a primera vista,  no parece referirse al enamoramiento y, sin embargo, es una descripción preciosa:

“A veces una especie de gloria ilumina el espíritu del hombre, es algo que le ocurre a casi todo el mundo. Uno siente cómo crece o cómo se prepara, lo mismo que una mecha que arde hacia la dinamita. Es una sensación en el estómago, un deleite de los nervios, de los antebrazos. La piel siente el aire, y cada profunda aspiración tiene un dulce sabor. Su comienzo da el mismo placer que un gran bostezo; brilla con resplandor en el cerebro y todo el mundo aparece rutilante ante los ojos. Se puede haber vivido durante toda la vida de una manera gris, viendo la tierra y los árboles oscuros y sombríos. Los acontecimientos, incluso los más importantes, se han deslizado inexpresivos y pálidos. Y de repente, surge la gloria; y entonces se encuentra dulce el canto de los grillos, y el perfume de la tierra se alza como una canción hasta el olfato, y la luz que forma motas bajo un árbol es una bendición para los ojos. Esto provoca en los hombres una eclosión torrencial, pero no por ello se sienten disminuidos. Y me atrevería a afirmar que la importancia de un hombre en el mundo puede medirse por la calidad y el número de sus momentos de gloria. Es un hecho aislado, pero que nos une al mundo. Es la fuente de toda creación y coloca a cada hombre aparte de los demás”.

Vamos a tratar de sondear en qué consiste el enamoramiento: esos momentos de gloria que proporcionan el color a la vida; su sentido, su significado, su calado. El enamoramiento es algo muy profundo en la vida del hombre, un fenómeno mucho más amplio y más denso de lo que habitualmente pensamos, seguramente este es el motivo por el que puede sorprender el texto que acabamos de utilizar para describirlo.

A la vez, el enamoramiento es absolutamente necesario: sin enamoramiento 22973157_sno podríamos vivir, habríamos perdido la orientación y el color de la existencia, su luz y su sentido.

El enamoramiento se extiende a muchos otros campos distintos de la relación hombre-mujer, aunque es ahí donde tendemos a situarlo, porque este es el enamoramiento por excelencia, ya que esa es también la relación del hombre por excelencia. Todo está en su interior. Como las nueces, que protegen su contenido, el enamoramiento también protege su contenido. Nos atrae, nos ilusiona, tenemos una idea de lo que es, deseamos vivirlo, incluso lo vivimos, pero parece que todo se refiere a su resplandor, a la manera en que se presenta. A pesar de la atención que se le presta, no estamos muy acostumbrados a pensar sobre él. Sin embargo, en su  interior está todo, lo dice todo. Si supiésemos leerlo mejor; si nos diésemos cuenta de que el enamoramiento es sobre todo comunicación, descubriríamos de pronto la vía que nos abre al mundo: el enamoramiento es el único modo de descubrir en sí mismas las cosas y las personas.

El enamoramiento nos muestra las cosas, les da luz y color y por eso podemos verlas, incluso podemos afirmar que solo vemos aquellas cosas que están en la luz y han recibido el color como una gracia. Todo lo demás está en un gris indeterminado, indiferente, no resaltan a nuestra mirada. El enamoramiento pone la luz y el color, y sucede lo mismo que con la luz y el color, que nos subyugan  y nos quedamos mirando la luz y los colores.

Con el enamoramiento sucede también que en ocasiones nos cuesta ver las cosas o las personas que el enamoramiento nos muestra, y nos quedamos subyugados por el propio enamoramiento, nos enamora sentirnos enamorados.

El enamoramiento (1): la tesis de Ortega y Gasset

Ortega habla del enamoramiento en su libro «Estudios sobre el amor». Su22973155_s tesis es que básicamente el enamoramiento es una pérdida de la objetividad, una alteración de la percepción que convierte nuestra mirada en parcial y no objetiva. Es decir la objetividad de nuestra mirada es alterada por el enamoramiento.

Mi idea de la percepción y de cómo se constituye nuestra mirada parte precisamente de nuestra visión radicalmente subjetiva y parcial, en la terminología de Ortega. No existe esa mirada objetiva. Como mucho es un trabajo de mucho tiempo y de muchas observaciones, y al final la realidad es más amplia y no podemos abarcarla y nosotros somos seres que tienen necesidades, que están en una posición concreta, que se elevan a compresiones más altas, pero siempre de algún modo limitadamente. La pretensión de objetividad me parece incluso peligrosa. Realmente en muchas visiones de nuestra tradición es la visión de Dios, pero no la nuestra.

Ortega-y-GassetAunque utilizo mucho las observaciones de Ortega, porque es como siempre muy incisivo e interesante, la tesis que se defiende en estas páginas va exactamente en la dirección opuesta: el enamoramiento es una apertura, una luz sobre las cosas, sin enamoramiento no nacería el interés, este interés es emocional y pone precisamente el «a priori de todo conocimiento», como dice Levinás.

Nuestro conocimiento está enmarcado por nuestros enamoramientos que dibujan nuestros intereses y por tanto lo que focalizamos de la realidad. Esa amplia y basta de la que he hablado. Vemos lo que nos interesa, igual que la embarazada que comienza a ver embarazadas por todas partes.  Nuestros enamoramientos constituyen focos que nos ayudan a penetrar en esa realidad proyectando luz y color. Los enamoramientos indican tanto la limitación y la subjetividad de nuestra percepción y por ello de nuestro mundo, y también su gran capacidad para entrar en la realidad.

De este modo la realidad para el hombre no es objetiva, es intencional, en función de sí mismo, de sus necesidades y de su percepción. Este es el punto de partida. Llegar a la objetividad es un proceso en el que el enamoramiento y su consecuencia el amor tienen mucho que decir. En esta concepción la objetividad no es solo racional, lo racional debe integrar lo emocional, por ello no se relaciona solo con la verdad, tiene mucho campo en la belleza (de esto ya he hablado en: «Reivindicación de la belleza», http://wp.me/p3eRnl-7B ).

Voy a hacer varias entradas sobre el enamoramiento porque a mi entender, como estoy explicando, es clave en el mundo emocional, constituye un elemento central en la dinámica emocional y afectiva, algo que no he oído ni leído en parte alguna. Es decir voy a defender la tesis exactamente contraria a la que defiende Ortega. Por eso necesito explicarme con detalle y lo voy a hacer en varias entradas. Espero que a lo largo de esas entradas logre convenceros de mi tesis: el enamoramiento es lo que pone fines a nuestra vida, lo que nos abre a nuestros intereses, lo que descubre nuevos horizontes a explorar, y toda nuestra vida estaremos descubriéndolos, porque el enamoramiento no se olvida, nos deja señales de apertura permanente. Nuestra vida gira alrededor de aquello de lo que nos hemos enamorado.

Buda y la meditación

Para Buda la meditación es central, es actual, todo contacto con el budismo es contacto con 11982438_sla meditación. Y en la matriz del budismo se han desarrollado múltiples formas de meditación.

Para el budismo el combate con la apariencia es el punto central. Buda es el ejemplo personal de búsqueda espiritual. Él realiza primero el camino que todo hombre debe recorrer para llegar a la unión con la divinidad y alcanzar la iluminación, la luz y la paz interiores.

En su doctrina, el deseo, que también llama el ansia o la sed, es el origen del sufrimiento, por ello para Buda la extinción del deseo es el paso necesario para la iluminación y la felicidad. También busca la extinción del sufrimiento. El dolor es transformado en sufrimiento por nuestra mente. El sufrimiento y el deseo son creaciones de la mente y de la apariencia de la vida. Sufrimiento y deseo se  encuentran de ese modo unidos al ego, y la eliminación del ego, del yo, está en el camino hacia la iluminación. La iluminación transciende precisamente todo deseo, toda ilusión para encontrar la verdad. Se trata de un camino que transciende la individualidad, pero que solo puede recorrerse personalmente.

El camino hacia la esa iluminación interior y hacia la paz conlleva un inmenso sacrificio y trabajo personal, un arduo camino de perfección interior hasta la eliminación de todo deseo. El camino para este proceso interior es precisamente la meditación y el budismo ha nutrido y nutre multitud de caminos de meditación en busca de la paz interior y de la iluminación, de la sabiduría que transciende todo conocimiento. La iluminación permite conectar con la vida por encima de la apariencia del mundo, la apariencia del deseo y del sufrimiento.

El budismo recoge uno de los mayores logros de la humanidad en el trabajo de conocimiento interior y mejora personal, un anhelo que transciende por encima de cualquier visión superficial. Su aportación a la meditación es una de las mayores de todas las culturas.

4ª fase de la meditación: Auto-trascenderse

En esta cuarta y última fase la persona llega a su autorrealización y se siente integrada en 19662769_suna realidad más grande, superior a sí mismo. Realidad que se atisba en la 3ª fase a través del respeto a lo que percibo más grande que yo, básicamente la realidad, donde yo estoy. En el 3º nivel es respeto, ahora es mucho más. Pero recuerdo que sin respeto no se llega a descubrir, la realidad misma sin respeto, se nos cierra.

También si hay un sentido de la vida, es algo más grande que yo, algo que da sentido a mi vida. Desde nuestras experiencias cumbre (Maslow las denomina peak experience) accedemos directamente con nuestra sensibilidad a este 4º nivel de la meditación o contemplación. No es simplemente aceptación de la propia limitación ante lo que es más grande, sino un profundo sentimiento de admiración en la contemplación de la belleza. A este nivel se llega en su centro por la contemplación de la belleza. Cada vez, lo repito, cada vez que llegamos a la belleza tocamos de algún modo este nivel. Lo bello es digno de admiración y la admiración es uno de los sentimientos que integran el enamoramiento, y el enamoramiento es lo que confiere sentido a nuestra vida (sobre esto me reservo escribir varias entradas). La admiración (ante la belleza), que pertenece a la familia de la sorpresa, nos prepara para abrirnos, para abrir nuestro ser a un mundo que es más grande que nosotros. La belleza me trasciende. Este es el mensaje de la admiración. Los otros términos emocionales relacionados son embelesamiento y entusiasmo. La belleza provoca entusiasmo. «Entusiasmo» etimológicamente significa: sentir a Dios dentro. Es un descubrimiento y a la vez un motor de nuestro propio movimiento.

He dicho que accedemos con nuestra sensibilidad, la sensibilidad se entiende aquí como una integración de las 3 dimensiones de la persona: sensaciones-emociones-sentimientos-vivencias-razón… todo integrado en un todo coherente. Sin esto, sin este trabajo previo, que como hemos visto es el trabajo de las 3 fases de la meditación anteriores, no se llega a este nivel. Afinar la propia sensibilidad, trabajar y gestionar las emociones y sentimientos, aceptar en primer lugar y luego integrar nuestras tendencias, aceptar la realidad en la que vivimos, aprender a convivir, aprender a vivir… es un largo y profundo proceso de aprendizaje el que nos trae hasta este nivel y nos pone en condiciones de descubrir la belleza.

Nada como este nivel de la contemplación o meditación, si es vivencialmente alcanzado va a proporcionar «e-moción», un movimiento que provenga de dentro, de las propias entrañas, del fondo del propio ser, que se ha conectado con todo el universo, con lo que es más grande que él mismo y con lo que se siente unido, siente que forma parte.

En la cultura histórica concreta este nivel ha sido tarea de la religión. De esto hablaré en las entradas siguientes sobre la tradición de la meditación.