La presencia

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¿Qué es la presencia? Durante tiempo he utilizado un ejemplo para explicarla. Imagina que una chica ha tenido una cita con un chico del que está enamorada. Cuando la cita acaba el chico toma el autobús para volver a casa. El autobús está lleno de personas, pero para ella no hay nadie presente, excepto su chico, los que están alrededor suyo realmente no les ve o les ve muy superficialmente, no van a dejar una impresión una huella en su memoria. Ella viaja con su chico presente. Esta presencia hace que todo lo demás pase a un segundo plano.

Si entendemos vivencia como una experiencia vivida que contribuye a formar la propia persona, solo es vivencia el encuentro con esa chica. En realidad el único encuentro es el que se ha producido en la cafetería, el autobús va a pasar por su vida como una experiencia sin huella, una experiencia indiferente, como agua sobre las piedras. El autobús no es un encuentro. El encuentro con la chica deja huella, impacto, y puede ser muy permanente, durar toda la vida.

Entonces tenemos ya los elementos para saber qué es un encuentro, un contacto con otro ser que produce una presencia en nuestra vida.

Si ahora volvemos a nuestra conciencia: ¿qué está presente en ella? ¿Qué tiene presencia para nosotros? Qué es significativo en nuestra vida, se ha ganado el derecho a estar ahí en nuestra vida. Tener presencia es estar en nuestra vida.

Y nosotros lo sabemos porque ese algo que está presente nos interesa. Presencia e interés están ligados. Algo tiene presencia porque ha despertado nuestro interés y mantendrá la presencia mientras mantenga el interés. Desde el punto de vista positivo, la presencia fija nuestros puntos de interés, desde el negativo, oculta lo demás. No nos fijamos en todo sino en aquello que impacta, que genera una presencia, aunque esta sea pequeña y efímera. Sin presencia no hay atención. Hay muchas cosas que pasan a nuestro lado que ni siquiera percibimos.

¿Quién o qué decide que algo esté presente en nuestra vida? La respuesta es sencilla, es nuestro sistema emocional, no nuestro sistema racional, no porque decidamos que algo va a estar presente lo está: no conseguimos poner interés en aquello que no nos interesa. Y el contrario también funciona, algo puede estar presente aunque “nosotros” decidamos no lo queremos atender, llamará poderosamente la atención, aunque no queramos.

Luego tenemos una trilogía: presencia, interés, atención. Nuestro sistema emocional decide que algo o alguien tenga presencia, en ese caso nuestro interés se dirige hace ese algo o alguien y detrás del interés la atención.

Aún a riesgo de complicarlo voy a añadir algo más: el elemento del sistema emocional que produce la presencia. Para mi es claro, ese elemento es el enamoramiento. La presencia está ligada al enamoramiento. El enamoramiento es un conjunto de emociones que se podrían definir como los sentimientos que otorgan presencia a algo en nuestra vida. Esos sentimientos son admiración y encantamiento. Ambos sentimientos contribuyen a fijar nuestra atención en ese algo con presencia en nosotros. Tiene presencia porque nos tiene atrapados, nos tiene encantados. Es decir la presencia tiene algo de mágico, hemos descubierto la magia de esa persona o de esa actividad y nos tiene admirados, nos inspira mucho respeto. (He hablado en este blog largamente del enamoramiento y sugiero al lector que acuda a esas entradas).

Recojo que la presencia suscita en nosotros magia y respeto. Por eso puedo concluir diciendo que la presencia se genera siempre en relaciones Yo-Tú, tal como las entiende Martín Buber. Son relaciones de iguales, y no puede generarse en relaciones de dominio o de explotación. Estas relaciones no generan presencia del otro, sino presencia de una imagen instrumental del otro: en qué sirve el otro para mí, luego siempre una caricatura del otro, no el otro en realidad.

Descubrir lo positivo

Estamos en otra entrada sobre el enamoramiento, y con esta son ya 13.4697408_s

Por conocer al otro en sí, en su totalidad, como fin y no como medio, es justamente el enamorado quien conoce a fondo, con verdad. Se dice que el amor es ciego, pero estamos viendo que lo que se produce es una concentración de la atención. Al estar concentrado en su punto de interés, el enamorado parece a los demás más bien distraído: está como abstraído, porque sólo le interesa el amado y aquello que concierne a su amado. El enamorado sólo tiene ojos para su amor. Por tanto, cuando se dice que el amor es ciego se apunta más bien a que parece que el enamorado no ve lo negativo, ve solo lo positivo. Es este un efecto de la admiración, del descubrimiento del valor, de descubrir lo que hace al amado diferente y singular.

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El desencantamiento (enamoramiento-11)

He hablado, y mucho, del encantamiento. También existe el desencantamiento.

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Como hemos visto, el encantamiento es una concentración de la atención en lo que interesa, pero en aquello que interesa en cuanto fin de nuestra vida.  Si desaparece, o dejamos de sentirlo, los objetivos quedan desvaídos y en tal caso, aunque se pongan medios, aunque se hagan las mismas cosas que antes se hacían, aparece la rutina, el tedio: se ha perdido la claridad del fin, no se sabe hacia dónde se va, para qué se hacen las cosas. Si desaparece el encantamiento desparece la ilusión. Sigue leyendo

Quién está enamorado es quién conoce (Enamoramiento-10)

Como aparece en las últimas entradas sobre el enamoramiento, uno de los sentimientos integrantes del enamoramiento es la admiración. La admiración no es una exageración fuera de la realidad, como razona quien no se admira, que se vuelve sensato al temer la12353557_s apertura y la sumisión que ve en quien está admirado y busca que ponga algo de distancia, pero eso es lo que no puede hacer el enamorado, ni atender a razonamientos que destripen la muñeca, que descompongan lo sucedido en partes.

Quien admira no destripa la muñeca, eso le parece un desastre, porque quien admira ve lo amado en su integridad. No admira sólo cualidades del objeto, sino de lo amado en sí, por eso no puede destriparlo. Se puede decir que, quien admira, es el que tiene un conocimiento exacto, preciso de aquello que admira, quien lo conoce y conoce sus cualidades y, por eso, da su justo valor. Así, por ejemplo, quien está enamorado de las motos las admira y, precisamente por eso, sabe lo que pueden dar de sí, sus problemas, sus fallos, sus posibilidades, etc.; es la persona que mejor partido les puede sacar y quien nos enseña a respetarlas.

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La mirada en el enamoramiento (8)

Ya hemos dicho varias veces que el enamoramiento es una concentración de la atención, mirada adolescentealgo que le maravillaba a Ortega y le hacía encontrar dificultades en la objetividad del enamorado. La mirada es fundamental, la mirada es profundamente modificada por el enamoramiento. Las cosas no sólo son vistas porque están ahí, son vistas según nuestra capacidad de verlas y, en eso, el enamoramiento, nuestro compromiso con los descubrimientos que el enamoramiento nos ha ido haciendo, es vital. Como se puede comprobar nuestra visión está en las antípodas de la de Ortega.

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La admiración (enamoramiento-7)

El segundo sentimiento del enamoramiento, según Ortega, es la admiración. La admiración es la apertura de la interioridad necesaria para ser sensible a la novedad de  las  cosas. Si el encantamiento es sentirse atraído, la admiración es quedarse prendido, atrapado. La admiración, por ser una emoción de la familia de la sorpresa, nos sitúa en una actitud que abre nuestra interioridad a ese algo que despierta admiración.

Como sentimiento la admiración nos abre a algo más grande que nosotros 21141253_smismos y por ello conlleva las señales de la sumisión. Estamos abiertos e inermes, sin defensa ante aquello que admiramos, aquello que intuimos más grande que nosotros, admirarse nos indica que va a merecer la pena que gastemos nuestras energías en lograr eso que despierta nuestra admiración. Quien se admira genera la actitud de servicio hacia aquello que admira, lo ve más grande y por ello digno de ser servido.

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El encantamiento, parte fundamental del enamoramiento (6)

Ya he citado a Ortega que afirma que el enamoramiento está integrado por dos sentimientos: la admiración y el  encantamiento  (Ortega, Estudios sobre el amor). En esta entrada hablo del encantamiento.

El encantamiento es un sentimiento que «produce ilusión íntegra» 23047785_s(Ortega), algo que abre la vida, que le da un significado, un sentido, que hace comunicar con las cosas realmente existentes y da color a todo. La ilusión es necesaria porque es como el motor de la vida, su energía.

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El enamoramiento (5): La predisposición fundamental

El primer elemento integrante del enamoramiento es el yo; es decir, ese dibujo particular de uno mismo que toma forma en la adolescencia. El12859871_s enamoramiento no es para todos igual, varía mucho de una persona a otra; depende de su experiencia vital, del modo en que configura su espacio interior, que en su núcleo tiene las experiencias y valores ligados a la sexualidad y al amor, a los que se añaden las ilusiones, las expectativas, etc.

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El enamoramiento (4): El papel de la soledad o la carencia

El enamoramiento está integrado por dos sentimientos: la admiración y el  encantamiento (Ortega, Estudios sobre el amor). Estos sentimientos necesitan, para poder nacer, que la persona posea intimidad, esto es, el espacio interior de la persona creado por  la soledad; o si se prefiere, por el mundo de expectativas que se forma primero en la adolescencia y, más adelante, cada vez que la soledad se hace hueco en la vida. Para que cualquier tipo de enamoramiento sea posible, la soledad tiene que abrir el espacio interior necesario. Una persona satisfecha, llena, no puede enamorarse: hay que estar abierto, tener un lugar donde recibir al otro. Además, el posible enamoramiento está fuertemente condicionado por el modo como se ha configurado ese espacio interior. A esta peculiar22973154_s situación personal la llamo predisposición fundamental (Viladrich), porque pienso que la libertad tiene ahí un papel importante, no siempre bien comprendido. En cualquier caso la predisposición fundamental es la situación psíquica que de modo paradigmático se dibuja en la adolescencia.

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