La idea para esta entrada me ha venido leyendo una entrada de Pablo Malo, psiquiatra, Explicando el Postmodernismo, en su blog Evolución y Neurociencias, Domingo, 12 de noviembre de 2017. Os animo a leerlo porque es muy interesante.
En realidad, escribe sobre el libro, Explaining Postmodernism. Skepticism and Socialism from Rousseau to Foucault, del filósofo Stephen R.C. Hicks.
Llego a la conclusión de que Hicks es anti-postmoderno y con armas intelectuales propias de la modernidad, trata de reducirlo al terreno político, en el que se deduce que es profundamente nocivo, ya que “balcaniza y genera conflictos” que “solo se resuelven por la fuerza” y sobre todo se aleja de (tiene nostalgia de) su muy amada realidad objetiva alcanzable por la razón.
Kant
Kant y el respeto a la persona y al alumno.
«Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca simplemente como medio» (p.429).
Kant es un autor clave en la aparición de los derechos humanos, seguramente el más influyente, desde luego el origen. Una de las ideas suyas que es como un pilar de esos derechos es la formulación del imperativo categórico de la moral que acabo de citar, que es una de las 4 que aparecen en su Fundamentación de la metafísica de las costumbres.
En mi opinión es una idea está preñada de consecuencias y tremendamente útil para entender como hay que actuar, cuál es el límite, en cualquier situación o actividad en donde participen personas, y voy a utilizar como ejemplo la educación.
La idea de Kant en la educación en un primer acercamiento implica que el alumno no puede ser tratado solo como un medio, sino que siempre debe poder mantener sus propios fines. Es evidente que subyace la idea de que persona es el ser que se pone sus propios fines y que en la medida que no puede hacerlo, es decir en la medida que no se respeta su liberta de establecer sus fines, no se le está tratando como persona.
A mi entender esto es muy fuerte y la Educación lo respeta solo a medias cuando no deja al alumno decidir sobre su propia educación. Llevado a fondo, la idea de Kant significa que si es el sistema educativo, comenzando por el Estado y su administración y siguiendo por las instituciones educativas, escuelas, institutos, etc., quien decide enteramente la finalidad de la educación, entonces resulta que no está tratando a los alumnos como personas.
Surge enseguida la pregunta: y, si no los trata como personas, ¿cómo los trata? La respuesta es sencilla: los manipula, les hace entrar en un sistema obligatoriamente, los institucionaliza en un sistema, desposeyéndolos de su elemento clave como personas: la libertad. Y esto ocurre a todos los niveles del sistema y en todas las situaciones. Esto dice sencillamente que la persona no es un instrumento, un objeto que se pueda meter en cadena de montaje por un extremo y esperar que salga por el otro “arreglado” o “producido”.
En este momento se nos produce una inquietud fuerte: planteado así, casi cada sistema, por el solo hecho de serlo, es manipulativo. Y la respuesta es no, claramente no. Kant matiza: «nunca simplemente como medio». El “simplemente” permite, es más admite que hay situaciones donde la persona es medio u objeto. Cualquier sistema trata al hombre así: el trabajador de una empresa es un medio para el empresario, el anciano de una residencia es un objeto para la residencia, que obtiene los ingresos y su pervivencia en atenderlo, igualmente para la escuela el alumno es un medio: vive debido a sus alumnos, de tal modo que basa su supervivencia como tal escuela o colegio en tener alumno y para ello los busca, los atrae.

Immanuel Kant
Digamos que tratar a la persona como un medio es una situación universal. Esta es la situación digamos de partida. Y es en esta situación donde Kant pone el límite claro: permite siempre que la persona pueda ponerse fines, que la persona pueda decidir por sí misma. Este es el límite para cualquier institución y es el límite especialmente claro para la escuela, ya que los “medios”, los “objetos” con los que trabaja son personas.
Por tanto la escuela se juega su ética, su misma razón de ser en el respeto de esta libertad del alumno y debe interrogarse constantemente si está respetando esa libertad, en este caso eso es más importante que cualquier aporte que pueda hacer a sus alumnos, si estos son “obligados”, si no respetan su libertad como persona.
Puedes encontrar las ideas de Kant sobre la moral en la traducción de un amigo: Kant, Immanuel (1999). Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Traducido por José Mardomingo (edición bilingüe). Barcelona: Ariel.
Qué quiere decir «para siempre» en el amor
Esta es la entrada 17 sobre el enamoramiento y en ella hablamos de la percepción del tiempo. Se suele decir que el amor es «para siempre», algo que genera muchas discusiones, especialmente alrededor de la idea de compromiso, el compromiso que el amor exige para hacerse vida, y quiero decir algo sobre la relación entre amor y tiempo.
La persona vista como intimidad desde varios autores
Vamos a ver en esta entrada en qué consiste ser persona utilizando todo lo visto en las entradas anteriores sobre la intimidad. Si adquirimos una noción adecuada de persona, todo adquiere la perspectiva correcta. Estamos ante la noción central de la antropología.
Para hacerlo, me voy a limitar a traer lo que dicen lo que dicen algunos autores sobre la persona, aún a costa de aumentar la perplejidad y llegar a la conclusión de que no hay una definición, solo descripciones aproximadas:
1º La persona como tiempo, historia, proyecto es vida. Al hablar de persona nos encontramos en el terreno de la vida, de lo existencial:
«La persona no es un concepto, una esencia formal abstracta, sino una historia. Por eso el órgano de identidad, es decir aquello con lo que captamos nuestra identidad personal, no es la inteligencia, con la que podemos captar formalidades (lo general), sino la memoria, en la que conservamos nuestra historia. Las lesiones orgánicas que hacen perder la memoria y no la inteligencia, se caracterizan porque el sujeto, aunque puede hablar y saber lo que son las cosas que ve, no sabe quién es él» (Antonio Ruiz Retegui, El precio de la lógica).
Miguel A. Martí. «Ser hombre es ser uno, siempre el mismo. Ser hombre es saberse, conocerse, poseerse, interpretarse. Ser hombre es tener un argumento, una dirección; darse una explicación. Ser hombre es, por último, autotrascenderse» (La intimidad, p.54). «Si yo no tomo un protagonismo decidido en mi vida, lo que acontezca en ella tendrá un sentido desintegrador y seré ‘un ser sin amo’, ‘un hombre sin dueño’, adueñado por los acontecimientos que sucedan en mi, que serán los que van dirigiendo mi vida, ahora unos después otros. La euforia, la depresión, la pasión exaltada, la tristeza … serán inquilinos de esta pensión sin dueño de mi propio yo, los que irán reemplazándose en la dirección de mi vida».
2º la persona es aquel tipo de ser que es dueño de su ser, de su vida, a la que puede marcar su propia impronta; el hombre, en cierta medida, se hace a sí mismo:
Joseph Pieper: «Un ser espiritual, que es un todo en sí, que existe para sí y por sí y en vista de su propia perfección».
Javier Hervada: «Cuando en el lenguaje filosófico se utiliza el termino persona se quiere indicar un ser que tiene características precisas: la persona es un ser que se constituye de tal modo inteligente y libre, que es dueño del propio ser. La característica más clara de la persona es el dominio del propio ser. Por tanto ser persona denota dos realidades que son como dos caras de la misma medalla, dos aspectos del dominio sobre el propio ser. La persona es ontológicamente dueña de sus actos, es decir, es capaz de dominar con la razón sus acciones. A la vez es también dueña de su ser, es decir se pertenece a si misma y está esencialmente imposibilitada para pertenecer a otro ser. Hay por lo tanto un dominio ontológico y, al mismo tiempo, un dominio moral que, necesariamente, es dominio jurídico, porque el ser y los actos de la persona, como le pertenecen, constituyen un derecho en relación con los demás. En el lenguaje jurídico, el termino persona designa otro concepto: indica al sujeto de derecho, al protagonista del orden social y jurídico» (Introduzíone critica al diritto naturale, p.112).
El que la persona sea sujeto de derecho, significa que su relación con las cosas es diferente a la que tienen los animales. Entre estos se suele decir comúnmente que vige la ley de la selva, que es la ley de la fuerza, el más fuerte se hace con el control de la cosa: comida, madriguera o hembra…, aunque en realidad es la ley del instinto, que es algo más compleja que esa caricatura. Entre las personas vige el derecho, el dominio sobre una esfera de lo mío, el orden racional de las relaciones. Los animales tienen derechos, básicamente el derecho básico a ser respetados en su existencia y modo de vida, pero no es el animal el que debe respetar esos derechos, es el hombre el que debe respetarlos, es el hombre el que vive en un orden de relaciones de justicia.
3º La persona no es puro espíritu. Dos citas de Jacques Maritain (Tres Reformadores, p.29), que hacen una distinción entre individuo y persona, nos aclaran el punto (Maritain es uno de los redactores de la declaración de derechos humanos de la ONU de 1948):
«La persona es una ‘sustancia individual de naturaleza intelectual’ y dueña de sus acciones, sui iuris, autónoma, en el sentido auténtico de la palabra. De este modo el nombre de persona está reservado a las sustancias que poseen algo de divino, el espíritu, y que, por eso, son cada una en sí misma, un mundo superior a todo el orden de los cuerpos, un mundo espiritual y moral, que para hablar propiamente, no es ‘una parte’ de este universo, y cuyo secreto es inviolable también a la mirada de los ángeles; el nombre de persona está reservado a las sustancias que, eligiendo su propio fin, son capaces de determinarse por sí mismas a los medios e introducir en el universo con su libertad, series de eventos nuevos; a las sustancias que pueden decir a su modo: fiat y se hace».
«El nombre de individuo, en cambio, es común al hombre, a la bestia, a la planta, al microbio y al átomo (…) la individualidad en cuanto tal está fundada sobre la exigencias propias de la materia, ‘principio de individuación’, ya que es principio de división, que pide ocupar una posición y tener una cantidad, por lo que está aquí difiere de lo que está allá. De este modo, en tanto que individuo, no somos otra cosa que un fragmento de materia, una parte de este universo, distinta ciertamente, pero una parte de esta inmensa red de fuerzas y de influencias, físicas y cósmicas, vegetativas y animales, étnicas, atávicas, hereditarias, económicas e históricas, a cuyas leyes estamos sometidos. En tanto que individuos estamos sometidos a los astros, en tanto que personas, los dominamos».
Me parece que en las dos citas aparecen muchas ideas interesantes. En su conjunto se puede ver una noción de persona, insertada en lo material, con una libertad condicionada, pero posible, para Maritain la libertad será siempre la conquista de la libertad sobre todos los condicionamientos internos y sociales (externos).
4º La persona no es conceptualizable, es siempre un ser particular y los conceptos formados en la inteligencia son universales, por esto no se le puede definir:
«Entre los antiguos se solía afirmar: individuum ineffabile, es decir lo concreto no se puede expresar hasta el fondo, no se puede explicar de modo satisfactoriamente completo. La persona libre es inaferrable también por la lógica» (Serrano, Il consenso condizionato, 1986).
5º Podemos señalar ahora lo específico de la persona:
Miguel de Unamuno (Adentro, Obras selectas, p. 186): «No te creas más, ni menos, ni igual que otro cualquiera, que no somos los hombres cantidades. Cada cual es único e insustituible; en serlo a conciencia pon todo tu empeño». «No somos cantidades»: a lo existencial, a la vida, no se llega por la ciencia, por las matemáticas, que trabaja sobre la cantidad.
2 citas del diario de Soren Kirkegaard:
- «Tienen razón los pájaros cuando, atacan a picotazos hasta la sangre al pájaro que no es como los otros, porque aquí la especie es superior a los individuos singulares. Los pájaros son todos pájaros, ni más ni menos. En cambio el destino de los hombres no es ser ‘como los otros’, sino tener cada uno su propia particularidad».
- «Si me clasificas o me etiquetas, me matas».
No me resisto a incluir como cita final la reflexión ética de Kant, que está en la base de los derechos humanos, ya se ve que los derechos humanos son una parte clave de mi elaboración: la persona es un ser de tal categoría que debe ser considerado siempre como un fin, que nunca puede ser simplemente un medio. Para mí, esta es la regla fundamental de la ética y por tanto de las relaciones que se establecen. Con las personas solo se pueden establecer relaciones que respeten su finalidad propia, no se pueden establecer relaciones con personas sin un fondo de respeto.
Se trata de la dignidad de cada persona, en singular, cada una vale por si, no recibe su valor de nadie de fuera, es única, insustituible, irrepetible y, por eso, es un valor que debe ser respetado siempre. Es el único valor absoluto de partida, donde se puede instaurar la convivencia humana. Romper, conculcar, no tener en cuenta los derechos humanos de cualquier persona es ir contra la justicia, es ir contra la paz, no hay situación que lo permita.
Kant y su discípulo Hegel. La objetivación del espíritu
Partimos de las conclusiones de Descartes: ahora tenemos un sujeto pensante. Kant y, sobre todo, Hegel van a llevar esta conclusión hasta el extremo. Ya no existe el mundo objetivo, externo, solo hay certeza en el conocimiento de mis propios pensamientos. Kant distingue noumeno: la realidad en sí, que no es cognoscible y el fenómeno: el impacto de la realidad en mi consciencia, en mi percepción interna, que si puedo conocer. Para Kant el hombre es un sujeto pensante que pone el mundo. Hegel lleva la idea hasta su desarrollo extremo.
Hasta el espacio y el tiempo no son elementos objetivos, sino categorías a priori del pensamiento, son puestos por el sujeto: ojo, ¿cuál es nuestra noción de tiempo?, el del reloj o el interno, no pasa el tiempo lentamente en una espera y a toda velocidad en una película, etc.
El paso siguiente es la proyección del espíritu en las cosas: todo lo que es cultural, todo el mundo del hombre está marcado por un espíritu que se objetiviza, impregna, marca las cosas. El espíritu impregna los objetos que toca, y los deja marcados con su sello. El espíritu se objetiva en sus realizaciones: así distinguimos una cultura: azteca o egipcia, un artista: van Gogh o Kandinsky. Tanto tienen espíritu la persona como los pueblos: la cultura.
Su exageración: la utopía, un mundo mental que se intenta realizar, aún a costa de la realidad misma, que ha resultado terca y se ha resistido a la manipulación, tanto la realidad política (democracia frente a totalitarismos, lo local frente a lo global), como la naturaleza (ecología). Al final también hay que incluir el propio cuerpo. Este es el resumen de la historia de los últimos dos siglos, desde Kant y Hegel hasta quizá la caída del muro de Berlín: la época de las utopías, baste pensar en el nazismo y el comunismo bolchevique.
¿Qué sacamos para nuestro tema?
Un fuerte racionalismo: todo es pensable, ordenable por la razón, hasta la exageración: solo lo racional es real: este va a ser el punto de quiebra de este mundo tan lógico y racional y ordenado. Se ha llevado hasta sus últimas consecuencias la idea del realismo del alma: entendimiento y voluntad, todo lo que no encaja en la razón es declarado inexistente. La definición de verdad de Aristóteles y medieval, adecuación entre la cosa y el intelecto, ha sido girada: primero es el intelecto, que se convierte en el criterio de realidad, lo que no encaja en el intelecto no es real.
Se sigue pensando desde lo global, desde lo general. La razón alcanza lo universal. Por ello, la utopía se impone. El subjetivismo racional no respeta las otras visiones. Un ejemplo de esto es la noción de progreso, que ha tenido una amplia vigencia: es una primacía de la razón, lo que va con la ciencia y la razón es progreso, es avance y por ello debe ser para todos, lo quieran o no. Aquí están muchas de las razones del «colonialismo cultural occidental».
Nos objetivizamos en todo lo que hacemos. Esta idea de Hegel es una clave de nuestro modo de pensar actual y de las corrientes que forman en la inteligencia emocional. Dejamos nuestra huella en todo: viendo nuestra habitación se ve cómo somos.
No quiero terminar sin señalar que Kant es muy importante para la noción de persona y para su desarrollo en los derechos humanos al señalar que en el centro de la moral esta la idea de que persona es aquel ser que no se presta a la utilización: trata a cada persona siempre como un fin y nunca como un medio. Este es el resumen de su enseñanza, que perdura en los derechos humanos concebidos como radicalmente pertenecientes a cada persona: nadie nos concede los derechos humanos que poseemos, son nuestro solamente por existir.