Reivindicación del orgullo

Orgullo

El orgullo es un sentimiento que me intriga, y también me parece importante. Me ha costado mucho llegar a conclusiones y aquí te voy a ofrecer alguna para ver si me acompañas en este camino de su valoración.

En primer lugar, creo que se puede afirmar sin duda que es un sentimiento que pertenece a la familia de la alegría. El orgullo es un sentimiento de alegría, creo que en esto estaremos de acuerdo. Sin embargo, y esto es un punto al que he llegado, mientras que la alegría se refiere al logro de algo, a la superación de un obstáculo o alcanzar una meta, el orgullo no se refiere a un objeto sino al sujeto que consigue ese “algo”. El orgullo es el sentimiento que nos hace valorarnos a nosotros mismos cuando conseguimos cosas, cuando logramos algo.

La expresión “nosotros mismos” sirve por supuesto y en primer lugar para nuestro yo. Estamos orgullosos cuando hacemos algo bien, o cuando alcanzamos una meta difícil. Hacer bien y dificultad son dos conceptos ligados con el orgullo. A mayor dificultad, más orgullo.

El efecto principal del orgullo es que, al valorar el yo,  alimenta desde el punto de vista emocional nuestra autoestima, la valoración que hacemos de nosotros mismos, y debido a ello cumple una función clave en el organismo psíquico.

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El efecto principal del orgullo es que, al valorar el yo,  alimenta desde el punto de vista emocional nuestra autoestima.

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En último término el orgullo nos hace valorarnos como la persona que somos. Aquí estría la importancia del orgullo. La fiesta del “orgullo gay” es un ejemplo de esto, ya que es una reivindicación de la aceptación de los gay y lesbianas en la sociedad tal como son. Hasta que no han podido proclamar bien alto, con orgullo, su condición sexual, en realidad no estaban aceptados. Y la aceptación pasa precisamente porque la persona a quien afecta en primer lugar, en este caso todo un colectivo, se sienta orgulloso de su condición, en que valoren su propia condición, su modo de ser. Ese orgullo tiene detrás y no solo detrás, sino lamentablemente de forma demasiado actual, toda una historia de menosprecio, de falta de valoración, de humillación, de ninguneo de la condición homosexual. El orgullo reivindica su valor igual como personas.

Creo que de este modo el orgullo cumple la función central de valorarnos a nosotros mismos ante nosotros mismos. Comenzando por ahí es cómo se consigue que los demás nos valoren. Si en vez de sentirnos orgullos de nuestros yo y de los que conseguimos, nos ninguneamos, desvalorizamos lo que hacemos, parece que iniciamos el camino por el que van a entrar los demás, que tampoco nos valorarán. Sin nuestro propio orgullo, solo va a quedar la valoración de personas que amen y por ello sepan descubrir nuestro valor a pesar de que nosotros mismos no lo vemos.

Pero “nosotros mismos” no se refiere aisladamente al yo, sino a todo lo nuestro. Comenzando por la propia familia, la propia pareja, los propios hijos. Los logros de los hijos e hijas nos ponen orgullosos como su fuesen nuestros y de algún modo emocional, que el orgullo señala, lo son. Cuando son pequeños esos primeros logros nos hacen llorar de alegría.

También se siente orgullo por el propio trabajo, en general la propia actividad. Algo importante porque implica que lo respetamos, que lo valoramos, que vamos a exigir por lo que vale.

El “nosotros mismos” se extiende también a la propia tierra, su cultura, su historia, sus realizaciones en todos los campos, especialmente en aquellos que nos son más cercanos. Igualmente implica valorar por ejemplo el propio equipo de futbol, sus éxitos, sus copas, su modo de superar las dificultades. El orgullo alcanza a todo lo que consideramos nuestro. Seguro que aquí puedes añadir algo de lo que te sientes orgulloso y que no he mencionado y que también encuentras su conexión contigo.

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El orgullo es un sentimiento secundario, no primario. Nace por la existencia de otro sentimiento. El orgullo no conecta directamente con la realidad, sino a través de otro sentimiento.

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Pero, hay un pero y un pero notable. El orgullo es un sentimiento secundario, no primario. Es decir es un sentimiento que nace por la existencia de otro sentimiento. El orgullo no conecta directamente con la realidad, sino a través de otro sentimiento, este sí, primario. El sentimiento primario es la alegría espontanea por un logro. De esa alegría primaria se pasa a una alegría secundaria (orgullo) por ese sujeto que consigue logros. ¿Qué quiere decir esto? Que sin logros el orgullo trabaja en vacío y en realidad nos engaña, pone una pantalla ante la realidad y no nos deja verla. Orgullo tiene toda una tradición de significados vanos, vanidosos, que hablan de orgullo construido sin logro y por tanto sin contacto con la realidad. La acepción que utiliza el diccionario de la Real Academia Española, en mi opinión muy ramplona e injusta con este sentimiento, dice: Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas. El exceso de estimación propia lo dice todo. Sería difícil ser más negativo sobre el orgullo, solo deja la posibilidad de una causa noble para errar de ese modo. Entrar en las raíces de porque queda este aspecto negativo nos llevaría muy lejos y prefiero dejarlo para otro momento.

Yo reivindico que hay un orgullo sano, incluso sanador, porque procura una gran salud al ser psíquico y a la persona en su conjunto.

Para concluir, podría decir que, para construirse de una forma sana, el orgullo debe responder a logros reales. Del orgullo por esos logros reales se pasa al orgullo por el sujeto que realiza esos logros. Los fracasos no generan orgullo, generan decepción y desvalorización.

Espero que a estas alturas estés de acuerdo conmigo en la reivindicación del orgullo, pero me gustaría que comentes tu opinión, incluso si es diametralmente opuesta.

Elementos de la culpa

Esta entrada complementa desde el punto de vista antropológico la titulada “La culpa es una emoción traicionera” (en mi blog de educación emocional), que recomiendo leer antes.

En primer lugar aclarar que la culpa es un sentimiento no es una emoción. Emoción y sentimiento son una evaluación que realiza el sistema emocional de nuestra situación como el ser orgánico que somos en un momento determinado. La diferencia estriba en que mientras que hay solo 6 emociones básicas, que son además transculturales, pertenecen al ser humano con independencia de raza, sexo, etc. (incluso los mamíferos superiores tienen algunas de estas emociones en la dotación de su sistema emocional), el sentimiento es una emoción almacenada, es decir una elaboración de nuestro sistema emocional, que puede llegar a una gran complejidad en el ser humano. Esta elaboración en el caso de la culpa es lo que voy a tratar de explicar.Gnarly oak with mighty roots, yellow autumn foliage  #! - Knorrige Eiche mit mächtigen Wurzeln, gelbes Herbstlaub #1

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El tiempo: ¿enemigo o aliado del enamoramiento?

Esta es la entrada 16 sobre el enamoramiento y en ella vamos a hablar de su relación  con el tiempo.23776658_s

El enamoramiento es el inicio, lo que nos abre las posibilidades de nuestra vida, lo que nos da la vida,  porque nos señala el amor.  Pero el enamoramiento no es simplemente algo pasajero. En contra de lo que quizás muchas veces se piensa, el enamoramiento no se acaba cuando empieza el amor, no se acaba cuando establecemos un compromiso con la persona (o tarea, lugar, … ) de la que estamos enamorado. Por el contrario, alimenta permanentemente la base estable sobre la que se edifica el amor. Un verdadero y profundo enamoramiento no se olvida nunca, incluso aunque, por lo que sea, hayamos decidido no seguir sus indicaciones. Los encuentros con la belleza de nuestra vida quedan siempre ahí, indicando los caminos por los que puede transcurrir la vida en sentido profundo. Los enamoramientos quedan como huellas imborrables de nuestro sistema emocional.

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Quién está enamorado es quién conoce (Enamoramiento-10)

Como aparece en las últimas entradas sobre el enamoramiento, uno de los sentimientos integrantes del enamoramiento es la admiración. La admiración no es una exageración fuera de la realidad, como razona quien no se admira, que se vuelve sensato al temer la12353557_s apertura y la sumisión que ve en quien está admirado y busca que ponga algo de distancia, pero eso es lo que no puede hacer el enamorado, ni atender a razonamientos que destripen la muñeca, que descompongan lo sucedido en partes.

Quien admira no destripa la muñeca, eso le parece un desastre, porque quien admira ve lo amado en su integridad. No admira sólo cualidades del objeto, sino de lo amado en sí, por eso no puede destriparlo. Se puede decir que, quien admira, es el que tiene un conocimiento exacto, preciso de aquello que admira, quien lo conoce y conoce sus cualidades y, por eso, da su justo valor. Así, por ejemplo, quien está enamorado de las motos las admira y, precisamente por eso, sabe lo que pueden dar de sí, sus problemas, sus fallos, sus posibilidades, etc.; es la persona que mejor partido les puede sacar y quien nos enseña a respetarlas.

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El respeto y el enamoramiento (9)

Del enamoramiento y, especialmente, de la admiración nace el respeto. En realidad admiración y respeto son lo mismo, solo que la admiración está en el plano psíquico: es una5511891_s emoción, que se fijará en un sentimiento, y el respeto está en el plano de la acción: es una actitud. El que admira sabe lo que vale el otro y, por eso, le deja su espacio. Si es descubierto como alguien igual a mí, es decir, si es una persona, tiene derecho al mismo espacio.

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La mirada en el enamoramiento (8)

Ya hemos dicho varias veces que el enamoramiento es una concentración de la atención, mirada adolescentealgo que le maravillaba a Ortega y le hacía encontrar dificultades en la objetividad del enamorado. La mirada es fundamental, la mirada es profundamente modificada por el enamoramiento. Las cosas no sólo son vistas porque están ahí, son vistas según nuestra capacidad de verlas y, en eso, el enamoramiento, nuestro compromiso con los descubrimientos que el enamoramiento nos ha ido haciendo, es vital. Como se puede comprobar nuestra visión está en las antípodas de la de Ortega.

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La admiración (enamoramiento-7)

El segundo sentimiento del enamoramiento, según Ortega, es la admiración. La admiración es la apertura de la interioridad necesaria para ser sensible a la novedad de  las  cosas. Si el encantamiento es sentirse atraído, la admiración es quedarse prendido, atrapado. La admiración, por ser una emoción de la familia de la sorpresa, nos sitúa en una actitud que abre nuestra interioridad a ese algo que despierta admiración.

Como sentimiento la admiración nos abre a algo más grande que nosotros 21141253_smismos y por ello conlleva las señales de la sumisión. Estamos abiertos e inermes, sin defensa ante aquello que admiramos, aquello que intuimos más grande que nosotros, admirarse nos indica que va a merecer la pena que gastemos nuestras energías en lograr eso que despierta nuestra admiración. Quien se admira genera la actitud de servicio hacia aquello que admira, lo ve más grande y por ello digno de ser servido.

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