El relato

Desde hace un tiempo no pasa día en que no se oiga la palabra “relato” en las noticias, precisamente en la información política. Parece que para los partidos políticos ser dueños del relato es algo clave, una posición de ventaja. Hacerse con el relato, manejar el relato es hacerse con el control de lo que se va a saber sobre lo sucedido, en este caso con el control tanto de los medios de información como, después de eso, de la opinión pública. Los relatos son clave para la comunicación, y los partidos políticos son máquinas de comunicación, la comunicación es lo más importante para ellos su actividad central.

De este modo el relato ha pasado a ser algo artificial, una manipulación y no una explicación de lo sucedido, alterado para convertirse una explicación favorable para el partido político de los hechos. De este modo fabricar el relato esta en el centro de lo que se ha venido en llamar fake news, o quizá más al fondo. Lo importante no es ya lo que ha sucedido, los hechos, sino la interpretación que hacemos de estos, el relato.

Sin embargo, a pesar de ese uso interesado y manipulador del relato, este es muy importante para nosotros como personas, que en cuanto tales somos seres históricos. Por eso me he decidido a sacar el relato en este blog de antropología emocional y tratar de recuperarlo de la manipulación que está sufirendo..

Ser seres históricos quiere decir que somo seres cuya identidad se basa en un relato, una narración de los hechos que nos han sucedido. El órgano de la identidad personal es la memoria y esta trabaja básicamente con relatos, no con hechos. Recordamos hechos, si, algo que nos sucedió, pero insertados en un relato que les da sentido. El relato es una narración de hechos con sentido, con un hilo conductor que los hace razonables y comprensible para cada uno de nosotros. Como seres racionales, además de emocionales necesitamos ese sentido. El relato es donde ambos lados de la ecuación personal, la razón y el corazón, se juntan.

Por ejemplo, dos personas se separan, pasan un divorcio. Un miembro de la pareja recuerda con claridad porque se le han quedado fuertemente grabados los hechos que lo originaron y cómo sucedió. Cada uno de esos hechos tiene una carga emocional y se insertan en un relato, es una manera subjetiva de ver lo sucedido, en la explicación, en el relato que nos hacemos.

Seguro que la otra persona no tiene el mismo relato, se le han quedado grabados en el recuerdo emocional otros hechos y se hace una explicación diferente. Su relato es diferente. Incluso si hay hijos que pasan ese divorcio cada uno va a tener un relato diferente. Cada uno habla de la feria según le va en ella, como expresa el dicho.

El que haya unos mismos hechos y varios relatos es debido a que no hay una única visión objetiva de lo sucedido, sino varios relatos sobre unos mismos hechos, aunque puede haber obviamente datos no compartidos. Es decir, la selección de los hechos que se insertan en el relato va a ser diferente según la persona que los relata. Es curioso oír varios relatos de lo mismo. Es curioso oír a cada miembro de la pareja y a los hijos relatar lo sucedido en un divorcio. Se fijan en cosas diferentes, están dolidos por cosas diferentes, enfados por cosas diferentes, alegres por situaciones diferentes. Dos o más relatos diversos de un mismo sucedido.

Lo realmente importante y permanente es que necesitamos construir un relato, algo que de cuenta de lo que ha sucedido y también que de cuenta de nosotros mismos, de cómo quedamos después de lo sucedido, de cómo queda nuestra valoración propia. Nos jugamos la identidad en el relato. El relato es importante porque afecta a quienes somos como personas.

La identidad se juega a través del relato y la autoestima a través de la realidad del relato. Para podernos valorar personalmente tenemos que conseguir que el relato sea verdadero. No podemos afirmar lo falso a sabiendas sin que nuestra autoestima quede afectada y detrás de ella de nuevo nuestra identidad, quienes somos. Tenemos una fuerte necesidad como personas de que nuestro relato sea verdadero. No nos podemos construir sobre una mentira. Bueno en realidad si podemos engañarnos y acabar creyéndonos una mentira, pero eso nos lleva a muchas dificultades sobre nosotros mismos. Lo único realmente sano es construir sobre la verdad.

Esto quiere decir que nuestro relato debe tener un sentido, ser sólido, construirse sobre la verdad. Es la verdad que podemos afirmar. Está claro que el relato es subjetivo, depende de nuestra sensibilidad y nuestras emociones, de cómo nos ha dolido las cosas y de lo que hemos sufrido, pero tiene que ser verdadero, construido sobre lo que sabemos es cierto. Para ello debe admitir la confrontación con otros relatos, con el relato que son otras personas a las que les contamos lo que nos ha sucedido. Es decir, el relato se construye con el diálogo, con oír a otros, con contar a otros cómo nos sentimos y cómo hemos vivido eso que relatamos. El relato se juega en nuestra sinceridad en lo que contamos.

Como se ve hay múltiples temas implicados en el relato y su importancia es central. Espero que la entrada te haya gustado, te haya impactado y espero tus comentarios.