En nuestra búsqueda por saber que es el hombre/mujer, podemos distinguir tres niveles o esferas y dos sustratos:
- Soporte físico (sustrato)
- Fisiológica-instintiva: biológica, instintos.
- Afectiva-sentimental: psíquica, sentimientos.
- Intelectual: Inteligencia y voluntad: racional, pensamientos.
- Inserción social (sustrato)
Tener en cuenta que esto es un esquema que en cuanto tal es algo simplificado.
Las tres esferas poseen una cierta independencia, que hace que podamos distinguirlas, pero también están conectadas, de abajo-arriba y de arriba-abajo (vamos a usar arriba y abajo según la filosofía clásica y también según la distribución corporal del ser humano, de otro modo, arriba y abajo es perfectamente discutible). De forma que lo más importante es que la persona es una, es un todo (ya lo vimos en Scheler). Las sensaciones conectan la esfera tendencial-instintiva con la afectiva, lo biológico con lo psíquico. Las emociones conectan a la vez con lo sensitivo (que procede de los sentidos) y con lo racional. Son respuestas psíquicas que abarcan todo. Los pensamientos influyen en lo psíquico: un modo de tranquilizar una persona es hablarle, desdramatizar, etc.
1. El nivel biológico es alcanzable por el tacto y la vista: los sentidos y es físico en el más estricto sentido del término. Por ello responde a las leyes físicas, químicas y biológicas. Su procedimiento de repetición se basa en las leyes de la genética, que se centran en el ADN, cromosomas, genes, etc. La herencia por tanto en este nivel físico es genética y los rasgos biológicos se heredan siguiendo una ley. Desde este nivel físico somos cuerpo, por lo que puede ser llamado también nivel somático. En este nivel la acción de los sentidos produce en nosotros placer y dolor. Para buscar placer y dolor aparecen los deseos o instintos, que se dirigen a llenar las necesidades biológicas del individuo y de su especie: comer, beber, dormir, reproducirse. De todos modos los instintos marcan el paso del nivel biológico al psíquico, surgen como respuesta a las necesidades del ser biológico, pero terminan siendo uno de los elementos que conforman el nivel psíquico.
Este nivel en el lenguaje coloquial lo situamos en las tripas, la bioenergética también lo sitúa a nivel de cintura y pelvis: es lo básico de nuestras tendencias.
2. El nivel psíquico es el nivel de nuestra sensibilidad interna. Es el nivel más personal, no intercambiable, sino específico de cada persona. En realidad los demás no pueden percibirlo en sí mismo, sino a través de sus manifestaciones en los otros dos niveles: porque se manifiesta en el cuerpo, por ejemplo, lloramos, esto lo vemos en los demás y lo sentimos en nosotros a través de toda una serie de sensaciones que son físicas: que pertenecen a la esfera tacto, pero como sensaciones internas. También lo descubrimos porque la persona lo expresa por palabras, que son el modo más habitual y general de expresión del tercer nivel.
¿El nivel psíquico se hereda? Desde luego reproducimos (y este es el mismo término que he usado en el nivel biológico) muchos comportamientos, gestos, reacciones, etc., de nuestros padres, hermanos, personas con las que nos hemos criado, etc., pero no resulta ser producto de una herencia en sentido genético, sino cultural: chupamos la cultura en que nos desarrollamos, y en ese sentido la heredamos, pero si en vez de criarnos en España nos criamos en Francia, con padres franceses, lo único que nos queda de españoles es la herencia biológica y el deseo de conocer quiénes son nuestros padres biológicos, junto a la afinidad (cercanía, cariño) que eso comporta. Es decir, el nivel psíquico no sigue las leyes de la herencia genética, aunque se utilicen en el habla común muchas expresiones que parecen indicarlo (lo lleva en la sangre, que indica lo más biológico junto a origen familiar). Hay un amplio vocabulario de términos que indican elementos que pertenecen de un modo definido a este nivel: emociones, sentimientos, pasiones, etc. ¿Estos elementos se heredan? Una cierta conexión con el nivel biológico debe haber, puesto que se dan de un modo general en todos los hombres: son diferentes pero también iguales, puesto que les podemos adjudicar el mismo nombre.
Este nivel lo situamos a nivel coloquial en el corazón, el corazón es el centro de toda una sensibilidad relacionada con nuestros sentimientos más íntimos y personales. Literatura desde siempre, cine, televisión y también el lenguaje lo utilizan ampliamente. En los trabajos con emociones se sabe que estas tienen localización corporal y que básicamente se sitúan en el pecho, estómago y cuello, aunque no solo. Esto es un ejercicio sencillo, cuando seamos conscientes de un sentimiento, por ejemplo enfado o miedo, nos hacemos la pregunta: ¿dónde lo siento? Y llevamos la mano al lugar del cuerpo donde los sentimos
3. El tercer nivel es el nivel intelectual-volitivo, de la libertad, la razón, el pensamiento, espiritual,… pues recibe muchos nombres, pero nos referimos a una esfera única, la esfera de lo racional y voluntario del hombre. Es una esfera cuyo modo de funcionamiento es reflexivo: recorrer el conocimiento de los otros niveles, volver sobre ello, etiquetar. El órgano de expresión por excelencia es la palabra, aunque hay otros modos. Evidentemente esta necesita para su transmisión física de los sentidos: oímos o vemos la palabra, porque nos hablan o leemos en un libro. Aquí ya no hablamos de herencia, sino de adquisición: se aprende la lengua de los padres, si se cambia de ambiente se aprende la lengua del ambiente. Aunque en realidad también se habla de herencia, pero sin discusión se entiende como cultural: un chino aprende chino y un español no tiene ni idea de chino, a no ser que se dedique a adquirirlo: en los genes no viene.
A nivel coloquial se sitúa en la cabeza, en el cerebro. Esta es la sede desde el punto de vista fisiológico y también para el lenguaje común: «no tienes cabeza» significa: no piensas, no usas tu razón. A nivel de conexiones para la armonía de la persona, hay que darse cuenta que la cabeza está separada (o unida) al resto del cuerpo por el cuello, de algún modo ahí arriba, y podemos ser racionales sin sentimientos, sin conexión con nuestras esferas «inferiores». Esto lo recoge también el lenguaje común: racional significa también frío, sin sentimientos, sin humanidad. Esto último es muy importante porque liga humanidad a sentimientos e impulsos, o al menos que sin ellos no hay humanidad, no hay respeto de las personas.
También es importante darse cuenta que la cabeza funciona mucho con el sentido de la vista, el nervio óptico conecta directamente con el cerebro. La vista permite distancia y objetivación, algo que no permite el tacto en la misma medida. Las personas racionales son muy visuales, muy centradas en la vista y el oído y menos conectadas con tacto, gusto, olfato.
4. Los dos sustratos. El primer sustrato se refiere al intercambio material necesario para la vida humana. El hombre necesita un hogar, un sitio donde vivir, necesita alimento, está insertado en todos los mecanismos ecológicos del planeta donde vive,… No se puede considerar al hombre un ser angélico sin necesidades materiales.
El segundo sustrato se refiere a la relación, a la inserción social. Desde este punto de vista, ya el hombre necesita otros hombres para aprender la cultura, el lenguaje, para encontrar protección, de tal modo que podemos indicar ya, aunque lo vamos a ver más ampliamente, que lo primero en la persona es la relación. La conciencia de ser un individuo irrepetible es algo que aparece mucho más tardíamente en el hombre, podríamos decir que es parte de su conquista como persona, de su libertad. Aún con ello el nivel social y de la relación es algo que permanece durante toda la vida.