Desde siempre he repetido que la madre “vive” al hij@ desde el primer momento del embarazo, mientras que al padre “se lo cuentan”. Primero le informan del hecho embarazo, después del embarazo mismo y sus vicisitudes, del parto y lo que ocurre en él, en el que puede no estar, y más adelante durante la lactancia, especialmente la natural, es un espectador, al que se niega su papel de actor, algo que puede vivir incluso con frustración.
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La madre vive al hij@ desde el primer momento, al padre se lo cuentan
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La pregunta es: ¿Cuándo se forma su vínculo emocional con su hij@? Esé vínculo emocional que es para el hijo su conexión con sus necesidades y por el que accede a descubrir la vida y para el padre una fuente de emociones tremendamente satisfactorias, de las que se va a alimentar. Todo lo que he dicho hasta ahora para el padre son informaciones, datos exclusivamente racionales, que perfectamente pueden ser vividos en la distancia y con la posición del espectador. La creación del vínculo, de cualquier vínculo emocional necesita un acontecimiento, un hecho en el tiempo que cree un impacto emocional en la personal. Los datos racionales por si mismos no lo producen.
Hay todavía un elemento diferenciador más entre padre y madre respecto al hij@. En la madre el impacto emocional se produce desde el primer momento de la concepción, en cuanto percibe que se ha quedado embarazada, impacta en su cuerpo desde dentro. El acontecimiento para la creación del vínculo está ahí. Solo necesita aceptación. La madre solo puede aceptar o rechazar algo que le ha sucedido y que no puede negar.
En el padre esta situación es diferente, solo ha recibido informaciones, datos, ningún impacto. Su aceptación del hijo es voluntaria, no es solo aceptar como en la madre, necesita su actividad, su actitud positiva de aceptación. La madre efectivamente puede negar al hij@, pero lo hace de algún modo contra su biología. Desde el principio del derecho romano se recoge esta diferencia: la madre siempre es segura. El padre debe aceptar su paternidad y puede no hacerlo.
La situación secundaria en el embarazo es tan evidente, que no necesita explicación. Pero es que durante los primeros meses de la la lactancia, especialmente la natural, su papel es secundario, sintiéndose muchas veces apartado por esa tercera persona que ha nacido en medio de su pareja y, desde la princesa Diana, ya sabemos que 3 son multitud. Mi mujer todavía me recrimina con respecto a mi hija Noor que mientras ella se despertaba a darle de mamar, yo seguía plácidamente dormido. La misma agudeza que pone la naturaleza en el oído femenino para oír al hij@ que se despierta con hambre, la ha puesto en el hombre para borrar una señal en medio del sueño y a la que se puede aportar muy poco.
En tal caso mi pregunta cobra fuerza: ¿cuándo se forma el vínculo? Y la respuesta es para mí cada vez más clara: en el hombre no hay un acontecimiento predeterminado biológicamente como en la mujer, hay que buscarlo, y si se quiere crearlo.
Pienso que es mejor buscarlo que crearlo, que parece algo más artificial, hay que aprovechar las oportunidades de la vida. Un momento importante es asistir al parto, yo lo hice, pero a continuación la experiencia de la lactancia me volvió a postergar a un segundo lugar.
En mi caso creo que el momento de creación de ese lazo con mi hija fue cuando mi mujer, a los 6 meses de su nacimiento se incorporó de nuevo a su trabajo y durante todo el tiempo de su jornada laboral, se iba a las 8.30 y regresaba a las 17h, me quedé al cargo de Noor. Es curioso no recuerdo tanto el hecho de darle de comer como tenerla que dormir después de comer. Porque había que dormirla y ya mi pareja no estaba para solventar el problema. Había que acompañarla a dormirse. Pergeñé el sistema de pasearla medio en penumbra rodeando la cama, eran los meses de mayo y junio cuando comienza a subir el calor en Madrid. Con el movimiento y mi sonido gutural, que no canto, se dormía. Terminé adquiriendo bastante habilidad y sobre todo sentí que mi contacto con ella se incrementaba. Verla dormirse, atender a sus inquietudes, hacía nacer en mi una ternura, como si se me derritiese el estómago. Un sentimiento increíble. Ese sentimiento no ha desaparecido hasta el día de hoy, especialmente cuando la veo dormida.
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El lazo afectivo del padre con su hij@ no nace si no se hace nacer, hay que crearlo, despertarlo. Y cuando nace es fortísimo.
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Mi conclusión: el lazo afectivo del padre con su hij@ no nace si no se hace nacer, hay que crearlo, despertarlo. Y cuando nace es fortísimo, un sentimiento que no se experimenta más que con un hij@.
Voy a hacer preguntas a los hombres o a las mujeres lo que han percibido en sus hombres:
- ¿Cuándo se creó tu lazo con tu hij@?
- ¿Con qué sentimientos lo experimentas?
- ¿Qué sentimientos experimentaste en el embarazo? ¿Durante el parto? ¿Y durante la lactancia?
Puedes dejar tu respuesta en los comentarios.