Sócrates: el deseo nace de la necesidad cuando no se tiene lo que se desea

Necesidad y deseo.

La necesidad surge de la carencia, de algo que no tenemos y nos hace falta. Surge en la conciencia como un deseo. Es sorprendente la claridad con la que Platón expresa esto en El Banquete y por eso me he decidido a recoger aquí ese texto.

Para la gestión emocional este tema es muy importante porque la emoción nace de la necesidad, personal o biológica, recordemos a Maslow. Es decir, son las emociones las que hacen aparecer en la conciencia la necesidad. Cada deseo apunta a una respuesta a esa necesidad, a un modo diverso de llenar esa carencia. El deseo está en la línea de la respuesta, pero de un modo múltiple.

El proceso sería: nace una necesidad, una emoción o sensación corporal surge como luz roja en el salpicadero del coche/carro para indicarnos que algo falta. Los deseos empiezan a surgir cada vez que algo puede llenar esa necesidad. Los deseos como vemos son múltiples, las necesidades pocas.

El deseo. Diálogo de Sócrates con Agatón

— Respóndeme, dijo Sócrates, sólo a esto: ¿desea Eros aquello de lo que es amor?

–Naturalmente –dijo Agatón.

–¿Y desea y ama cuando lo posee, o cuando no lo posee?

–Probablemente –dijo Agatón– cuando no lo posee.

–Considera, pues –continuó Sócrates–, si en lugar de probablemente no es necesario que sea así, esto es, lo que desea aquello de lo que está falto y no lo desea si no está falto de ello. A mí, en efecto, me parece extraordinario, Agatón, que necesariamente sea así. ¿Y a ti cómo te parece?

–También a mí me lo parece –dijo Agatón.

–Dices bien. Pues, ¿desearía alguien ser alto, si es alto, o fuerte, si es fuerte?

–Imposible, según lo que hemos acordado.

–Porque, naturalmente, el que ya lo es no podría estar falto de esas cualidades.

–Tienes razón.

[…]

–Por tanto, –continuó Sócrates– también éste y cualquier otro que sienta deseo, desea lo que no tiene a su disposición y no está presente, lo que no posee, lo que él no es y de lo que está falto. ¿No son éstas, más o menos, las cosas de las que hay deseo y amor?

–Por supuesto –dijo Agatón.

–Ea, pues –prosiguió Sócrates–, recapitulemos los puntos en los que hemos llegado a un acuerdo. ¿No es verdad que Eros es, en primer lugar, amor de algo y, luego, amor de lo que tiene realmente necesidad?

–Sí –dijo Agatón.

 […]

Platón, El Banquete

A mi me llaman la atención varias cosas… y te lo planteo como preguntas.

  1. ¿Qué preguntas te suscita Sócrates?
  2. ¿Te gusta el modo cómo trabaja Sócrates?
  3. ¿Qué herramientas utiliza?
  4. ¿Trabaja con respuestas o con preguntas?
  5. El hecho de desear lo que no tenemos, ¿no implica de algún modo que lo tenemos? Porque, si no lo tenemos, ¿qué nos inclina a desearlo? ¿Por qué deseamos unas cosas si y otras no?

Por favor entra en el debate en los comentarios a está entrada.

La emoción es una sensación sentida

El modo en que Aristóteles define la emoción es sensación sentida. Esto significa que entiende que una emoción consiste en un grupo de sensaciones, que el cerebro unifica y evalúa como miedo, por ejemplo, o como enfado o tristeza. Para mi es verdaderamente sorprendente que Aristóteles ha sido capaz de darse cuenta de eso 350 años antes de Cristo.

Para Aristóteles, que tenía una visión jerárquica o en tres niveles o esferas del ser humano, la sensación pertenece al nivel biológico, al cuerpo, mientras que la emoción o sentimiento es el elemento básico del nivel psíquico. El nivel de emociones y sentimientos.

De este modo configura la emoción como una evaluación de sensaciones y de este modo conecta nivel somático y nivel psíquico. Es decir, la emoción es una reflexión sobre el cuerpo y sus sensaciones, del mismo modo que la razón, el tercer nivel o esfera, es una reflexión sobre los contenidos psíquicos, a los que se añaden las sensaciones.

Resumiendo, la emoción evalúa el cuerpo y sus sensaciones y la razón reflexiona o evalúa sobre ambos, tanto sensaciones como emociones, tanto el nivel del cuerpo como el psíquico. La expresión, la emoción es la sensación-sentida, significa que la emoción es una evaluación interna de las sensaciones que percibe el cuerpo, es decir, la emoción es la sensación sentida por dentro.

Algo en lo que lógicamente el cerebro tiene el total protagonismo.

Lo que siempre me ha llamado la atención es que Gendlin, el iniciador del focusing, utiliza exactamente la misma definición de emoción: sensación sentida, y sobre esa definición monta el focusing.

El focusing es una corriente de la psicología centrada en la gestión de la emoción. Su método es localizar la emoción almacenada en el cuerpo y por así decir disolverla. Para localizar y focalizar la emoción en el cuerpo, lo que hace es buscar sensaciones. No puede buscar emociones directamente, ya que estas se componen de un grupo de sensaciones evaluado como emoción. Por ponerlo en un ejemplo, sentimos una serie de sensaciones que nos comprimen el estómago y el intestino. Esas sensaciones el cerebro nos las evalúa como miedo. De este modo el focusing trabaja con la sensación o las sensaciones que se perciben debajo de la emoción, por así decir descompone la emoción en sus integrantes.

También podemos decir que el miedo como tal no existe, existen una serie de sensaciones agrupadas que el cerebro interpreta como miedo. O quizá lo que podemos decir es que el miedo, y las demás emociones, son una creación del cerebro.

Es decir, primera constatación, una corriente psicológica de los años 70 del siglo XX coincide con la observación de un filósofo de hace 2370 años.

Pero para entender el proceso hace falta un paso más. ¿Cómo es posible que el miedo aparezca en las tripas? Sigamos con nuestro ejemplo de un modo sencillo. Aparece un perro peligroso en nuestra habitación y nos entra el miedo, ¡es un buen susto! ¿Cómo ha llegado ese miedo hasta las tripas? ¿Cómo han llegado esas sensaciones desde la sensación visual de un perro y la auditiva de su gruñido hasta el estómago? Aquí la clave está en las investigaciones de Antonio Damásio. De nuevo el cerebro ha recogido esas variaciones sensoriales y, por decir así, las ha proyectado en nuestras tripas. El cuerpo hace como de receptor y ayuda a la interpretación de lo que nos está sucediendo, en este caso, la aparición de un peligro. No detectamos ese peligro sin la participación del cuerpo. Podemos decir que la emoción está en el cuerpo.

La función del cerebro es la siguiente. Primero recoge la sensación visual y la auditiva o cualquier otra sensación que informa de algo nuevo que sucede fuera o dentro de nuestro cuerpo. En nuestro ejemplo, lo que sucede es que aparece un peligro, un perro peligroso. Para interpretar ese peligro el cerebro lo proyecta en algún punto de nuestro cuerpo, en este caso en las tripas. Luego “lee” las sensaciones ahí proyectadas como miedo y en ese mismo momento activa todas las alertas, la vista se concentra en el peligro, hasta en el mínimo movimiento del perro, las hormonas interrumpen todos los procesos y los centran en la defensa o la huida, la adrenalina cae a borbotones en sangre, los músculos se tensan por todo el cuerpo, etc.

Lo curioso es que todo este proceso se hace antes incluso de ser conscientes del peligro. Dada la urgencia, el cerebro mismo ha utilizado un atajo evitando el paso por el cortex. La respuesta al peligro va a ser más rápida que la conciencia del peligro.

Recojo algunas ideas importantes. La emoción está y se almacena en el cuerpo. El cerebro utiliza el cuerpo como un lugar donde proyectar las sensaciones y leerlas como si de una pantalla de cine se tratara. Por tanto, el cuerpo es parte activa de la lectura de lo que nos sucede. Su sensibilidad es vital para nuestra supervivencia, en realidad en toda nuestra vida.

Por último, cada emoción está integrada por diversas sensaciones que se agrupan en algún lugar de nuestro cuerpo. Para poder gestionar la emoción debemos localizar ese grupo de sensaciones que la componen y un paso es localizar el punto u órgano del cuerpo donde se sitúan. Pueden ser las tripas como hemos dicho, el estómago, el corazón, que hay veces que da saltos de la cantidad de sensaciones que le hemos acumulado, los pulmones porque nos hemos quedado sin aliento, la piel, que tiene una fuerte sensibilidad emocional en algunas personas.

Esto me lleva a decir que somos un patrón emocional diverso, no todas las emociones van al mismo sitio en todas las personas, hay mucha variación, tanta como diferencias en emociones y sensibilidad, por la tanto, tanta como personas.

Creo que ahora sí podemos decir que la emoción es la sensación sentida.

Me gustaría tu participación, si te cuadra lo relatado, si lo que hace es hacer surgir dudas, si no estás de acuerdo o si te parece que hay que matizar algo…

Elementos de la culpa

Esta entrada complementa desde el punto de vista antropológico la titulada “La culpa es una emoción traicionera” (en mi blog de educación emocional), que recomiendo leer antes.

En primer lugar aclarar que la culpa es un sentimiento no es una emoción. Emoción y sentimiento son una evaluación que realiza el sistema emocional de nuestra situación como el ser orgánico que somos en un momento determinado. La diferencia estriba en que mientras que hay solo 6 emociones básicas, que son además transculturales, pertenecen al ser humano con independencia de raza, sexo, etc. (incluso los mamíferos superiores tienen algunas de estas emociones en la dotación de su sistema emocional), el sentimiento es una emoción almacenada, es decir una elaboración de nuestro sistema emocional, que puede llegar a una gran complejidad en el ser humano. Esta elaboración en el caso de la culpa es lo que voy a tratar de explicar.Gnarly oak with mighty roots, yellow autumn foliage  #! - Knorrige Eiche mit mächtigen Wurzeln, gelbes Herbstlaub #1

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La abdicación del rey Juan Carlos, una lectura desde lo emocional

Desde luego la abdicación de Juan Carlos a la corona de España admite muchas lecturas, y también una desde lo emocional. Para hacerlo no hay más que fijarse en su discurso de abdicación, discurso breve, pero plagado de términos emocionales: orgullo, gratitud, ilusión, etc. En el centro del discurso hay unas palabras de Juan Carlos que dibujan el contenido emocional de la relación política establecida entre gobernante y ciudadanos. Juan Carlos ha afirmado que: «He gozado con vuestros éxitos. He sufrido cuando el dolor o la frustración os han embargado». Vamos a seguirlas para ver los motivos de la abdicación.juan carlos abdica2

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Quién está enamorado es quién conoce (Enamoramiento-10)

Como aparece en las últimas entradas sobre el enamoramiento, uno de los sentimientos integrantes del enamoramiento es la admiración. La admiración no es una exageración fuera de la realidad, como razona quien no se admira, que se vuelve sensato al temer la12353557_s apertura y la sumisión que ve en quien está admirado y busca que ponga algo de distancia, pero eso es lo que no puede hacer el enamorado, ni atender a razonamientos que destripen la muñeca, que descompongan lo sucedido en partes.

Quien admira no destripa la muñeca, eso le parece un desastre, porque quien admira ve lo amado en su integridad. No admira sólo cualidades del objeto, sino de lo amado en sí, por eso no puede destriparlo. Se puede decir que, quien admira, es el que tiene un conocimiento exacto, preciso de aquello que admira, quien lo conoce y conoce sus cualidades y, por eso, da su justo valor. Así, por ejemplo, quien está enamorado de las motos las admira y, precisamente por eso, sabe lo que pueden dar de sí, sus problemas, sus fallos, sus posibilidades, etc.; es la persona que mejor partido les puede sacar y quien nos enseña a respetarlas.

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El respeto y el enamoramiento (9)

Del enamoramiento y, especialmente, de la admiración nace el respeto. En realidad admiración y respeto son lo mismo, solo que la admiración está en el plano psíquico: es una5511891_s emoción, que se fijará en un sentimiento, y el respeto está en el plano de la acción: es una actitud. El que admira sabe lo que vale el otro y, por eso, le deja su espacio. Si es descubierto como alguien igual a mí, es decir, si es una persona, tiene derecho al mismo espacio.

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La mirada en el enamoramiento (8)

Ya hemos dicho varias veces que el enamoramiento es una concentración de la atención, mirada adolescentealgo que le maravillaba a Ortega y le hacía encontrar dificultades en la objetividad del enamorado. La mirada es fundamental, la mirada es profundamente modificada por el enamoramiento. Las cosas no sólo son vistas porque están ahí, son vistas según nuestra capacidad de verlas y, en eso, el enamoramiento, nuestro compromiso con los descubrimientos que el enamoramiento nos ha ido haciendo, es vital. Como se puede comprobar nuestra visión está en las antípodas de la de Ortega.

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La admiración (enamoramiento-7)

El segundo sentimiento del enamoramiento, según Ortega, es la admiración. La admiración es la apertura de la interioridad necesaria para ser sensible a la novedad de  las  cosas. Si el encantamiento es sentirse atraído, la admiración es quedarse prendido, atrapado. La admiración, por ser una emoción de la familia de la sorpresa, nos sitúa en una actitud que abre nuestra interioridad a ese algo que despierta admiración.

Como sentimiento la admiración nos abre a algo más grande que nosotros 21141253_smismos y por ello conlleva las señales de la sumisión. Estamos abiertos e inermes, sin defensa ante aquello que admiramos, aquello que intuimos más grande que nosotros, admirarse nos indica que va a merecer la pena que gastemos nuestras energías en lograr eso que despierta nuestra admiración. Quien se admira genera la actitud de servicio hacia aquello que admira, lo ve más grande y por ello digno de ser servido.

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No se puede hablar de lo que no se ha experimentado.

Quiero hablar de la formación de los conceptos, o mejor de cómo se forma el significado de las palabras en los niños.

La primera infancia, desde que se comienzan a balbucear palabras, es la época del 3661396_setiquetado, es la época en la que los niños ponen nombre  a sus experiencias, a lo que han recibido a través de las sensaciones. Para esto el niño/niña tiene una capacidad de asimilación increíble, pudiendo adquirir una gran cantidad de palabras diario. Al principio el niño/niña no tiene significados semánticos, no tiene las palabras, tiene sencillamente sus vivencias y les va poniendo esos sonidos que oye a los adultos, sonidos que imita sin gran preocupación por la pronunciación correcta.

El etiquetado, poner nombre a las cosas es poner una palabra a una experiencia determinada o un conjunto de ellas. No se puede hablar de lo que no se ha experimentado. Los niños utilizan sus sentidos para recoger muchas impresiones, son esas impresiones las que etiquetan. Sin ellas la labor de etiquetado se realizaría en vacío, sin tener algo a lo que fijarse.

Además las experiencias no solo son sensaciones. Cada grupo de sensaciones de una experiencia se recibe en un determinado contexto emocional. O por decirlo con mayor precisión, cada grupo nuevo de sensaciones, por ejemplo para un niño, ir a la playa, produce una determinada respuesta emocional, que va a ser parte integrante de cómo se almacena esa experiencia, ese grupo de sensaciones. Esa parte emocional tiene 3 dimensiones: vinculativa-desiderativa, expresión comunicativa y organización tendencial de la realidad. De este modo el almacenaje de la experiencia y el lenguaje que lo va fijando no es para nada neutra, de conocimientos abstractos.

Por seguir con el ejemplo, si la primera experiencia de la playa se hace en un contexto de seguridad y placentero, donde las figuras significativas del niños se encuentran con seguridad y disfrutan, el niño/niña tiene las condiciones para poder disfrutar, recibir una experiencia vinculativa y desiderativa positiva, de deseo y no de rechazo, y la experiencia quedará grabada, señalando la playa como un lugar al que ir. En la experiencia influye tanto el ambiente creado por las figuras que introducen al niño en  la nueva experiencia, que crean algo así como un nicho en el que la experiencia se puede producir, como que la experiencia en sí sea placentera o genere rechazo, es decir, una medusa, una ola inoportuna, etc., etc., van a ser contenido esencial de la nueva experiencia, que puede girar a negativa: rechazo.

Por todo esto la imagen que tenemos de conservación de palabras, el diccionario, poco o nada tiene que ver con la realidad de como guardamos nuestras experiencias. Estas son almacenadas en un contexto emocional que las relaciona con nosotros mismos, con cómo vivimos la experiencia, si fue agradable o no y con la satisfacción de nuestras necesidades. Todo esto va a estar contenido en el concepto playa. A pesar de la generación de pensamiento abstracto esta carga emocional no se pierde.

A lo largo de los seis primeros años de vida se produce este viaje desde las sensaciones hasta el lenguaje y el razonamiento abstracto. Es decir se van dando cuenta que las palabras son generalizables, es decir aplicables a muchas elementos que se pueden agrupar bajo la etiqueta y empiezan a utilizarlas libremente. Por ejemplo ven un dibujo de un pájaro y dicen pájaro, lo identifican inmediatamente como tal. En este sentido los dibujos, los esquemas son muy eficaces, son asimilados directamente y se trabaja desde ellos. Por eso los niños son tan aficionados a los dibujos animados, les ponen directamente en contacto con etiquetas y con el increíble trabajo intelectual que están haciendo.

La relación entre vocabulario y experiencia, y acción ha sido puesta de relieve por casi todas las modernas teorías pedagógicas que enfatizan la necesidad de que el niño haga las cosas, experimente, utilice sus sentidos, vea, toque, utilice sus manos, etc. Es un contexto en el que  se tiene en cuenta principalmente la conexión entre las sensaciones de las experiencias y el vocabulario. Lo que yo quiero poner de relieve es que también es importante el contexto emocional. Es decir no tener en cuenta solo la sensación, sino también la emoción. Desde este punto de vista la emoción es la sensación sentida, con expresión de Aristóteles. La emoción es una elaboración de la sensación realizada por la sensibilidad interna, una evaluación del conjunto de sensaciones (situación) en función de las necesidades de la persona. La emoción va ligada a la sensación, se produce indisolublemente ligada a ella. La emoción vincula la sensación a nosotros mismos, al sujeto que percibe.

Luego las palabras poseen dimensión emocional, dimensión que les proporciona su vinculación con las sensaciones que se encuentran en la base de la experiencia a la que se referencian. También adquieren la carga emocional que se percibe en la comunicación, es decir, la que tiene para la persona que enseña la palabra al niño/niña. Este modo, a través de la dimensión comunicativa de la emoción tiene mucha fuerza. El niño sabe perfectamente que le riñen aunque no entienda la mitad de las palabras que le están diciendo. Esas palabras van a quedar vinculadas a ese contexto. Es decir, el niño percibe esta carga emocional mucho antes que los significados semánticos.

Luego para el aprendizaje son necesarias dos cosas fundamentales: un ambiente emocional adecuado donde el niño/niña se sienta seguro y experimentar, es decir proporcionar un caudal grande de sensaciones agrupadas en nuevas experiencias. Esto hará que su aprendizaje del lenguaje sea rico y de gran contenido.

El lenguaje pasará desde aquí a conformar la misma identidad de la persona, pero esto aquí nos lleva demasiado lejos. Solo decir que el lenguaje es integrador del nivel de las sensaciones del nivel emocional y de las emociones y del nivel de la palabra o reflexivo-racional. Estos 3 niveles integran la identidad de cada persona. Precisamente por ello, la educación comienza con la experimentación de la realidad, con las experiencias, con el hacer y la curiosidad de los niños.

El gran error es una educación desconectada de la experimentación, de tratar de inculcar solo conceptos, de jugar con conceptos, de trenzar utopías que no han sido vinculadas a lo que se ha experimentado en la realidad. No podemos hablar de lo que no hemos vivido.

El compromiso

En las entradas anteriores se me ha olvidado hacer notar que con los compromisos se 19362558_sconstruye y crece la intimidad. Cuando los compromisos de una persona se van encajando de modo coherente unos con otros, de modo que la intimidad los vaya admitiendo y por así decir, transformando en si misma, surge una intimidad fluida: la persona que vive a gusto consigo misma. El gusto con uno mismo está ligada al gusto con los propios compromisos.

Compromiso significa etimológicamente «prometer con», se promete algo con alguien. La noción de tiempo está incluida en la noción de prometer, promesa. Prometer es etimológicamente poner (meter) antes, poner algo antes de que suceda. Por eso compromiso significa estar de acuerdo (estar decidido a) en poner algo en el tiempo futuro. Comprometerse con alguien es poner a esa persona en nuestro futuro. Puede ser de un modo parcial: decir que vamos a hacer algo para ella en el futuro, o poner a la persona: estaré contigo.

En el compromiso ese poner, ese decir puede ser con otra persona o puede ser con uno mismo. En el caso de ser con otro, las dos personas deben decir algo cada una: deben poner cada una algo en el tiempo futuro. No necesariamente lo mismo, lo que quiere decir que los compromisos mutuos no son necesariamente equilibrados por si, los equilibran las personas si quieren.

Curiosamente esta palabra, compromiso, es la que va definiendo a la persona, la que va concretando su intimidad, es la que va abriendo su tiempo con promesas, y de este modo forjando su destino, su futuro. Desde el punto de vista del tiempo, el hombre es una historia, una historia de compromisos o carencia de ellos, nuestra memoria, el órgano de nuestra identidad como personas, almacena los compromisos, es decir almacena los recuerdos, la vivencias en función de nuestro compromiso en ellas: pasaron como agua sobre la roca, o nos comprometimos y entonces se han quedado grabadas en la memoria como parte de la vida. Puede ser que el recuerdo es que no nos quisimos comprometer, en tal caso, o no hubo compromiso alguno y casi no vamos a recordar a esa persona o actividad, o trató de comprometernos y nos entró el miedo a vernos comprometidos en algo que no queríamos. En este segundo caso si nos vamos a acordar, porque a través del miedo (emoción) el compromiso estaba presente, y eso es lo que marca la memoria.

Que la memoria es el órgano de identidad personal merece dos palabras. Cuando nos preguntan quiénes somos acudimos precisamente a la memoria, a lo vivido, a lo que hemos hecho, a nuestra historia: donde hemos nacido, quienes son nuestro padres, cuáles son nuestros estudios, dónde los hicimos, etc. Nadie para decir quien es acude a sus capacidades racionales: saber sumar o restar, o manejar un ordenador, no es parte de la identidad a no ser que a través de algo que hemos hecho nos defina: somos un genio del ordenador. En este caso el saber de ordenadores se convierte en parte de la identidad, pero no en sí, sino en sus realizaciones existenciales, en lo realizado personalmente, por ejemplo, en que fuimos capaces de entrar en el ordenador de hacienda, o … lo que hayamos hecho. Como es evidente así volvemos al concepto de compromiso: no es saber de ordenadores lo que nos identifica como persona, sino nuestro compromiso con los ordenadores, lo vivido con ellos,…

Entramos en el terreno de las conclusiones: el compromiso es un producto de la libertad y a la vez una limitación de esta. Se puede ser libre precisamente porque se carece de compromiso. Luego el compromiso tiene que ver con la libertad, es el modo de utilizar la libertad. Como hemos señalado varias veces libertad e intimidad van ligadas. Ahora vemos que la ligazón, el vínculo que une libertad e intimidad se concreta en compromisos.

Vuelvo al punto que quería dejar establecido, y ahora lo hago como conclusión: el compromiso o compromisos son lo que nos define como personas, el meter nuestra vida dentro de algo, poco o mucho, pero algo que aceptamos libremente, una nueva habitación en la que entramos libremente. Ya he dicho que comprometerse implica prometer, es decir implica hacerse una idea de algo que puede suceder, querer que suceda y meterse libremente a realizar esa idea. No sucederá si no nos metemos en ella, si no nos comprometemos con esa idea, para hacer realidad necesita nuestro compromiso. Algo en lo que nos han metido no es compromiso, a no ser que llevemos tiempo y no hemos hecho nada por salir, es un compromiso decidido por otro y aceptado (aquí la libertad) por nosotros, al menos pasivamente al quedarnos ahí. La medida de la aceptación (de la libertad) va a dar el nivel en que ese compromiso va a entrar y marcar nuestra vida.

Solo queda indicar que el compromiso lleva siempre una base emocional: o nos gusta algo, o nos interesa, o nos atrae, o nos adaptamos y lo acabamos aceptando, en cualquiera de estos casos hay un afecto, una dimensión emocional. Sobre esta base emocional del compromiso aún queda mucho que hablar, se llama enamoramiento, y está integrado por un montón de sentimientos, a veces realmente fuertes. Ya entraremos en este blog a este tema.