Cuestionario de pareja

Te adjunto un cuestionario de pareja para poder conocer cómo está la situación. Se exploran 3 zonas de la relación. La primera es el beneficio para la propia identidad que proporciona tu pareja. La segunda el deseo que existe entre los dos. La tercera la solidez del vínculo.

Complicidad de pareja

Cuestionario de pareja. Identidad, Deseo, Vinculo.

A.   Identidad

  1. Me siento reconocid@ como persona
  2. Me siento reconocid@ como profesional
  3. Me siento apoyad@ en lo que emprendo
  4. Me siento apoyad@ en mis decisiones
  5. Siento que puedo ir tras mis metas, cualquiera que sea
  6. Te gusta lucirl@ ante tus amigos y compañeros
  7. Te gusta lucirl@ ante tu familia
  8. Me siento controlad@
  9. Alguna vez te has sentido avergonzad@ por su actitud… Cuál?
  10. Realmente sientes que no l@ mereces…
  11. Realmente sientes que no te merece
  12. Te parece una buena persona
  13. Hay alguna cosa de él/ella que no te gusta
  14. Su familia es pesada
  15. Su padre no me cae bien
  16. Su madre me controla

B.   Deseo

  1. L@ reconoces enseguida entre la gente
  2. L@ deseas
  3. Te sientes desead@
  4. Ha llenado tus expectativas con el sexo
  5. Esperas con ganas la oportunidad de tener relaciones
  6. Te parece interesante, siempre por descubrir
  7. Te gustan gestos concretos suyos… cuáles?
  8. Cuando no está contigo, te descubres pensando en él/ella, cuándo l@ volverás a ver
  9. No suele tomar la iniciativa y te cansa
  10. Percibes su atracción por otras personas
  11. Sientes celos de algunas personas
  12. Mira a otr@s

C.    Vínculo

  1. Te sientes querid@
  2. Echas de menos su ternura
  3. Sientes que su apoyo no va cesar
  4. Te gusta su compañía
  5. Hay veces que te cansa
  6. Te interesan sus temas
  7. Te gusta mirarl@, se te va la mirada hacia él
  8. Te es fácil contarl@ lo que te sucede
  9. Te es fácil contarl@ tus sentimientos, aún los más profundos
  10. Hay cosas que callas
  11. Hay cosas que te piensas cómo las cuentas o cómo contestas
  12. Sientes que como pareja has logrado lo que querías
  13. De vez en cuando te sientes sol@
  14. Te molesta depender tanto de él/ella
  15. Te gusta y te relaja depender de él/ella
  16. Sientes una confianza profunda
  17. Hay momentos o situaciones en los que has sentido desconfianza
  18. No respeta tus sentimientos
  19. No sabe ponerse en tu lugar

Espero que te guste y por favor comenta tu opinión o mejor tu experiencia cuando lo utilices.

El vínculo de un padre con su hijo

13460126_sHoy quiero hablar del vínculo padre hij@ desde un punto de vista personal, hablando de mi propio vínculo con mi hija, Noor, que ahora tiene 7 años. Después sacaré algunas consecuencias en la cultura de hoy.

El año pasado, por las circunstancias de mi trabajo, tenía mucho tiempo para ella e iba a llevarla y a buscarla al colegio, la llevaba al médico y la cuidaba cuando estaba enferma, estaba con ella en casa cuando era necesario, en resumen, estaba mucho tiempo con ella. Este año mis circunstancias han variado y bastantes de esas cosas ya no puedo hacerlas y su madre va a buscarla al salir de la escuela, etc.

Por supuesto Noor ha notado el cambio y me ha hecho preguntas como: cuando me ponga malita, ¿no te vas a quedar conmigo papá?

Por mi parte ha habido un hecho, que se ha repetido varias veces, que me ha hecho consciente de que mi vínculo con ella es enorme. Algunos días la dejo para el desayuno en la escuela a las 8 de la mañana. A Noor le ha costado quedarse y se pone triste y me dice que no me vaya. Uno de los días, una vez dentro, se asomó a una reja desde la que se ve la calle por la que me alejo y me gritó “papá” y comenzó a hacer gestos de adiós. A mí se me hizo un nudo en la garganta y unas enormes ganas de llorar. Verla allí despidiéndose me hace sentir que me dejo algo muy profundo, muy de dentro de mi vida. Un sentimiento hondo que me sorprende mucho y que me da la impresión que se extiende por todas mis tripas.

Ese es mi vínculo padre-hija, y sé que por ella voy a hacer cualquier cosa, que voy a hacer lo posible para que sea feliz, para que consiga sus metas, … También sé que quiero estar con ella: es un sentimiento de tristeza, de pérdida por verla que se queda y que yo me tengo que ir.


El vínculo con una hija o hijo nos afecta muy profundamente y se clava en todo nuestras tripas y en nuestro ser, de tal modo que ya no entendemos la vida sin ella/él


carolina2Esto me ha hecho consciente de que a ella le está afectando el cambio… y a mí también y mucho más profundamente de lo que soy capaz de expresar en este momento.

Ahora mis consideraciones: Uno de los elementos culturales de mayor calado y con mayores consecuencias es la progresiva importancia social que está adquiriendo el vínculo entre padre e hijas e hijos. Sin embargo, en mi opinión es algo que está en nuestro ADN en sentido literal: el sistema emocional está diseñado para generar un fuerte vínculo entre padre e hij@. Las limitaciones a este vínculo son y han sido culturales. Sus consecuencias de este cambio en la cultura son incalculables.


Hasta hace muy poco, el vínculo padre e hij@ estaba muy desvaído porque la cultura determinaba que figura del padre estaba básicamente fuera del hogar.


En la cultura previa a la postmodernidad, el vínculo padre e hij@ estaba muy desvaído porque la cultura determinaba que figura del padre estaba básicamente fuera del hogar, en el trabajo, y la relación con los hijos y su educación era tarea de las madres. Además, en todos los primeros trabajos sobre el vínculo y la relación paterno-filial y materno-filial, el acento estaba puesto en la madre y en lo necesario de la relación afectiva que crea con el recién nacido. En ese mismo contexto se han enmarcado los estudios sobre el apego, que sin embargo han posibilitado una visión más completa, al hablar de figura significativa, que puede ser en principio además de la madre, por supuesto el padre, e incluso otra persona.

Esta es mi conclusión: lo que es nuevo es la valoración cultural de este vínculo, el vínculo de los padres con sus hijas e hijos está ahí. Es muy importante cuidarlo, valorarlo y cuidarlo. Muchos cambios positivos de la sociedad vienen detrás. Por ejemplo, he visto, fundada por un padre, una escuela para el cuidado de las hijas. Cada vez hay más padres, separados de sus parejas o por otros motivos que se hacen cargo de una hija: por supuesto que es función del padre peinar, ayudar a comprar ropa, etc. todas esas funciones que se denominaban femeninas de las que los hombres estaban excluidos. Ahora no, ahora los padres con hijas se interesan por ellas, porque interesan a sus hijas.


Si estás de acuerdo con esta opinión que expreso me encantaría que comentaras con tu experiencia para enriquecer la mía y la de todos los que lean esta entrada.

El vínculo de un padre con su hij@

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Desde siempre he repetido que la madre “vive” al hij@ desde el primer momento del embarazo, mientras que al padre “se lo cuentan”. Primero le informan del hecho embarazo, después del embarazo mismo y sus vicisitudes, del parto y lo que ocurre en él, en el que puede no estar, y más adelante durante la lactancia, especialmente la natural, es un espectador, al que se niega su papel de actor, algo que puede vivir incluso con frustración.

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La madre vive al hij@ desde el primer momento, al padre se lo cuentan

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La pregunta es: ¿Cuándo se forma su vínculo emocional con su hij@? Esé vínculo emocional que es para el hijo su conexión con sus necesidades y por el que accede a descubrir la vida y para el padre una fuente de emociones tremendamente satisfactorias, de las que se va a alimentar. Todo lo que he dicho hasta ahora para el padre son informaciones, datos exclusivamente racionales, que perfectamente pueden ser vividos en la distancia y con la posición del espectador. La creación del vínculo, de cualquier vínculo emocional necesita un acontecimiento, un hecho en el tiempo que cree un impacto emocional en la personal. Los datos racionales por si mismos no lo producen.

Hay todavía un elemento diferenciador más entre padre y madre respecto al hij@. En la madre el impacto emocional se produce desde el primer momento de la concepción, en cuanto percibe que se ha quedado embarazada, impacta en su cuerpo desde dentro. El acontecimiento para la creación del vínculo está ahí. Solo necesita aceptación. La madre solo puede aceptar o rechazar algo que le ha sucedido y que no puede negar.

En el padre esta situación es diferente, solo ha recibido informaciones, datos, ningún impacto. Su aceptación del hijo es voluntaria, no es solo aceptar como en la madre, necesita su actividad, su actitud positiva de aceptación. La madre efectivamente puede negar al hij@, pero lo hace de algún modo contra su biología. Desde el principio del derecho romano se recoge esta diferencia: la madre siempre es segura. El padre debe aceptar su paternidad y puede no hacerlo.

La situación secundaria en el embarazo es tan evidente, que no necesita explicación. Pero es que durante los primeros meses de la la lactancia, especialmente la natural, su papel es secundario, sintiéndose muchas veces apartado por esa tercera persona que ha nacido en medio de su pareja y, desde la princesa Diana, ya sabemos que 3 son multitud. Mi mujer todavía me recrimina con respecto a mi hija Noor que mientras ella se despertaba a darle de mamar, yo seguía plácidamente dormido. La misma agudeza que pone la naturaleza en el oído femenino para oír al hij@ que se despierta con hambre, la ha puesto en el hombre para borrar una señal en medio del sueño y a la que se puede aportar muy poco.

En tal caso mi pregunta cobra fuerza: ¿cuándo se forma el vínculo? Y la respuesta es para mí cada vez más clara: en el hombre no hay un acontecimiento predeterminado biológicamente como en la mujer, hay que buscarlo, y si se quiere crearlo.

Pienso que es mejor buscarlo que crearlo, que parece algo más artificial, hay que aprovechar las oportunidades de la vida. Un momento importante es asistir al parto, yo lo hice, pero a continuación la experiencia de la lactancia me volvió a postergar a un segundo lugar.

En mi caso creo que el momento de creación de ese lazo con mi hija fue cuando mi mujer, a los 6 meses de su nacimiento se incorporó de nuevo a su trabajo y durante todo el tiempo de su jornada laboral, se iba a las 8.30 y regresaba a las 17h, me quedé al cargo de Noor. Es curioso no recuerdo tanto el hecho de darle de comer como tenerla que dormir después de comer. Porque había que dormirla y ya mi pareja no estaba para solventar el problema. Había que acompañarla a dormirse. Pergeñé el sistema de pasearla medio en penumbra rodeando la cama, eran los meses de mayo y junio cuando comienza a subir el calor en Madrid. Con el movimiento y mi sonido gutural, que no canto, se dormía. Terminé adquiriendo bastante habilidad y sobre todo sentí que mi contacto con ella se incrementaba. Verla dormirse, atender a sus inquietudes, hacía nacer en mi una ternura, como si se me derritiese el estómago. Un sentimiento increíble. Ese sentimiento no ha desaparecido hasta el día de hoy, especialmente cuando la veo dormida.

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El lazo afectivo del padre con su hij@ no nace si no se hace nacer, hay que crearlo, despertarlo. Y cuando nace es fortísimo.

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Mi conclusión: el lazo afectivo del padre con su hij@ no nace si no se hace nacer, hay que crearlo, despertarlo. Y cuando nace es fortísimo, un sentimiento que no se experimenta más que con un hij@.

Voy a hacer preguntas a los hombres o a las mujeres lo que han percibido en sus hombres:

  1. ¿Cuándo se creó tu lazo con tu hij@?
  2. ¿Con qué sentimientos lo experimentas?
  3. ¿Qué sentimientos experimentaste en el embarazo? ¿Durante el parto? ¿Y durante la lactancia?

Puedes dejar tu respuesta en los comentarios.

¿Qué hace especial al ser humano entre los animales?: 6. la cooperación y la formación de sociedades

Siguiendo con revista Scientific american en septiembre, uno de los elementos que nombra ya que hace especial al ser humano es la cooperación social. El homo sapiens forma sociedades complejas donde los individuos cooperan en el logro de la supervivencia, y esto lo consiguen colonizando nuevos territorios, logrando objetivos de caza y más en general de consecución de alimentos y elementos de supervivencia, que va a ser progresivamente más complejos y obteniendo una fuerte seguridad en la defensa del grupo o del clan. En grupo y debido a su organización social el hombre consigue una posición prevalente en los hábitats en los que se instala, actualmente todo el planeta tierra, algo que no hubiera podido lograr aislado.

lobos comiendo

lobos comiendo en manada

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La dimensión del deseo en la pareja

(Las primeras entradas sobre pareja están en el blog de Educación Emocional, desde que comencé este blog de Antropología Emocional he visto que las entradas sobre pareja y sexualidad encajan mejor en este, así que a partir de ahora he decidido publicarlas aquí y dejar Educación Emocional para su finalidad que es muy concreta).

Ya he hablado en una reciente entrada (http://wp.me/p2KddV-iP) que la relación de la pareja se establece sobre 3 ejes: identidad, vínculo y deseo. Los 3 son necesarios y los 3 deben estar presentes en una pareja para que esta sea funcional. En esta entrada me voy a centrar en el deseo.2368634_s
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Vestido, pudor e identidad personal

Vamos a detenernos en el hecho del vestido. El vestido tiene varias funciones: protección 17202040_sdel frio, pudor, adorno, etc. Conviene darse cuenta que el hecho del vestido, el hecho de cubrir o adornar el cuerpo, es un hecho absolutamente transcultural en el homo sapiens, se da en todas las culturas, no existe ninguna raza ni cultura en el que no se manifieste de algún modo. Además apunta a una peculiaridad del homo sapiens entre los mamíferos. En general estos tienen pelo que les cubre todo el cuerpo, mientras el homo sapiens es el mono desnudo, utilizando el título del famoso libro de Desmond Morris. Entre esas varias funciones del vestido vamos a fijarnos en la del pudor, partiendo de que se puede afirmar de partida que es un hecho generalizable, ya que la función de pudor del cuerpo es también generalizable, como hemos visto ya en las 2 entradas anteriores..

Así pues, el pudor del cuerpo tiene una relación con el vestido. En relación con el pudor, el vestido puede servir tanto para ocultar las partes y órganos relacionados con el sexo, como para ponerlas en evidencia. El pudor no se identifica de manera sencilla con mayor vestido (aunque si hay una correlación), ni el impudor con la desnudez (tenemos el ej. de esas tribus de la zona tropical que llevan caracteres sexuales descubiertos, por motivo del clima, y el taparlas origina la reacción de una mayor atracción física, algo que ocurre también en otras culturas). Hay un ejemplo sencillo que puede servir para entender el fenómeno del ocultar los elementos sexuales, el bikini. El top del bikini tanto sirve para ocultar los pechos como para darles color, lo que provoca que a veces se puedan ver a mayor distancia.

Del mismo modo que el pudor en general, el pudor sexual lleva a ocultar, en este caso los valores sexuales a la observación de personas con las que no se comparte esa intimidad. El pudor sexual se va descubriendo a medida que las partes sexuales se constituyen en la conciencia de la persona como objeto de atracción y, en su fondo, de placer, y trata de evitar que el extraño pueda considerarlos así. Mientras no se da esta aparición en la conciencia del objeto sexual como atractivo, no aparece el pudor sexual. Luego el pudor, o el impudor, tiene más que ver con la persona que lo experimenta que con el objeto en sí mismo. El pudor tiene, por tanto, una dimensión subjetiva y cultural: depende de la persona y de la educación recibida. Depender de cada persona quiere decir que no reaccionamos igual ante los valores sexuales y nuestro modo de hacerlo constituye una parte importante de nuestro estilo personal. Depender del entorno cultural, quiere decir que depende de lo aprendido en cada cultura y en cada generación, basta pensar en los modos de vestir en 1900 y ahora, por ejemplo, para darse cuenta que la sensibilidad a lo sexual ha variado y muy radicalmente con el tiempo.

Por encima de las variaciones, marcadas por moda, tiempo, educación, situación (en la playa o en la iglesia, por poner dos ejemplos extremos) siempre hay esta realidad subyacente: la persona se resiste ante extraños a ser considerada un objeto de placer; o no se resiste, es decir quiere ser considerada un objeto de placer. Las partes sexuales del cuerpo vienen en este último caso puestas en evidencia y el acercamiento tiene componentes explícitamente sexuales.

De todos modos hay que advertir que lo dicho en el párrafo anterior son dos extremos: no ser considerado objeto de placer o ser considerado objeto de placer. La realidad está en el intermedio, la persona en su presentación modula cuanto quiere introducir en su presencia ante las demás personas los valores sexuales que ostenta. Hay personas que en su presencia incluyen de modo evidente y casi provocativo los valores sexuales, hay personas que los tapan de un modo casi total, hay personas en el medio de estos dos extremos. La realidad es también que los valores sexuales están ahí y aún en el hecho de ocultarlos hay también un mostrarlos.

12590532_s«Con el pudor el ser humano manifiesta casi ‘instintivamente’ la necesidad de la afirmación y de la aceptación de su ‘yo’ según su justo valor. Lo experimenta al mismo tiempo tanto dentro de sí mismo, como hacia el exterior, en frente al otro. Se puede por esto decir que el pudor es una experiencia compleja en el sentido de que, casi alejando un ser humano de otro, busca a la vez su acercamiento personal, creando una base y un nivel idóneo para este acercamiento» (Karol Wojtyla, Uomo e donna lo creo, 68).

Con el pudor sexual el homo sapiens regula la entrada en lo social, en el mundo de la relación, de los valores sexuales, de un modo que varía por personas y culturas. Como si lo sexual fuese una fuerza excesivamente fuerte en su conciencia para mostrarse sin más y necesita ser velada, medio ocultada o destacada. De este modo lo sexual es un lenguaje que ocupa un centro en las relaciones del homo sapiens, el valor que decide ocultar u ofrecer, aquello que de un modo instintivo está considerando como lo más importante por las personas en las relaciones que establece con los demás miembros de su especie.

Añadimos un elemento más. Se puede decir que lo significativo no es la desnudez sin más, sino el desnudarse en actitud de ofrecimiento. El cuerpo es siempre un lenguaje. Por esto no hay impudor, por ejemplo en desnudarse ante el médico: no hay ofrecimiento ninguno. Recuerdo algo que me contó un médico: un colega le llamó para que echase un vistazo a una paciente. Es algo común cuando hay dificultades de diagnóstico, pero en este caso mi amigo se extrañó, porque no parecía existir esa necesidad y más tarde interpeló al colega: ¿qué problema tenías? Este contestó: Problema ninguno, solo quería que valoraras!!! … y aquí se refirió a las partes sexuales de la mujer. Mi amigo se indignó ante la violación de la intimidad de una mujer que no había ofrecido nada.

Se puede pensar que el impudor es ofrecimiento y el pudor no-ofrecimiento. La realidad sin embargo es algo más profunda. El efecto del pudor, al velar los valores sexuales, es plantear las relaciones en un nivel más general. Es decir, el pudor  impide que lo primero ofrecido por el lenguaje corporal sea lo sexual. Limita el terreno del ofrecimiento de los valores sexuales y esa limitación posibilita que las relaciones consideren a la persona en su conjunto, con todos sus valores.

El lenguaje del pudor sexual es necesario para las relaciones sociales en general, y también en la relación de pareja, porque la persona en pareja también “necesita” ser aceptada en cuanto tal, es decir, en el nivel global de su vida y no solo en cuanto valor sexual. Desde este punto de vista, la relación de pareja es aquella en que pudor e impudor desaparecen: la persona con sus valores sexuales explícitos, la persona desnuda es la que establece la relación. Desde este punto de vista la relación de pareja, no solo una relación con contenido sexual, es la relación más profunda pues es la única que realmente comprende todos los ámbitos posibles de relación de la persona. Además es la relación que se establece superando todos los miedos, la que nos deja inermes ante los demás.

La ostentación de los valores sexuales podríamos decir que es una oferta de comunicación que apunta a lo sexual, de un modo prioritario. Sin embargo hay que tener en cuenta que las relaciones sexuales en cuanto tales no establecen la igualdad entre las personas. Esto es tan cierto que las relaciones sexuales se pueden establecer como relación económica: sexo por dinero. Quizá es el miedo a esta utilización económica de la persona la que nos lleva a velar la dimensión sexual en las relaciones sociales: nos da miedo su fuerza y su capacidad de establecerse como relaciones Yo-Ello, y no solo como relaciones Yo-tu, siguiendo la terminología de Martin Buber.

Como resumen, se puede decir, por tanto, que el sexo es ofrecimiento. Es muy importante darse cuenta de esto, porque entonces es un lenguaje. El gesto externo que ofrece la sexualidad puede significar dos cosas diferentes: abrirse a la otra persona para darle la propia intimidad, es decir, crear la relación personal más profunda que hay u ofrecerle solo valores sexuales, solo sexo. Es decir, el lenguaje de la sexualidad se sitúa a dos niveles: a compartir intimidad, la intimidad personal de dos personas, o a compartir sexo. Esto se ve claramente en la pirámide de las necesidades de A. Maslow, el sexo se puede considerar una necesidad básica similar a comer, beber, dormir o respirar o se considera una necesidad que se encuentra en el nivel de pertenencia: la que establece las relaciones de pertenencia más básicas: el padre, la madre, los hermanos, la familia. Esta es la ambigüedad permanente del sexo,  o mejor su doble posibilidad, que se encuentra continuamente presente en la conciencia de las personas.