Para hablar de la intimidad parto de lo dicho en las entradas inmediatamente anteriores
sobre pudor, cuerpo y sexualidad, diálogo de los sexos, etc. La intimidad está en el centro de todo eso, es su motivo central, el pudor surge por proteger la intimidad, el diálogo de los sexos conlleva la progresiva apertura de la intimidad,… Ahora voy a hablar en directo de la intimidad: qué es eso que protegemos tanto, qué es eso resulta tan central para cada uno de nosotros.
Al hablar de libertad establecimos que la separación entre yo y conducta es lo que posibilita la libertad del hombre. Exactamente en ese punto, entre el yo y la conducta, es donde aparece la posibilidad de reflexión y de decisión. Es la reflexión la que hace aparecer ese espacio que nos separa de la conducta, la que lo construye. La reflexión nos hace volver sobre lo hecho, sobre la conducta y reconsiderarla y al hacerlo nos da la posibilidad de evaluarla y cambiarla. Esto es la reflexión, el comienzo de la reflexión. La reflexión es el centro del nivel racional.
Se produce un hecho muy importante: al separarnos de la conducta, ya no solo somos lo que hacemos. ¿Quién es el que valora la conducta? Debido a la reflexión aparece una idea de yo: si no somos nuestra conducta, somos un yo, es el yo el que evalúa la conducta y por ello se hace también consciente de que es quien hace la conducta. La reflexión nos hace conscientes del yo, de qué somos alguien. No solo somos algo, al considerarnos capaces de cambiar la conducta que hemos realizado, nos consideramos un alguien, un sujeto. Esto es algo muy específico del hombre: ser consciente de sí mismo. No solo hacemos cosas, somos conscientes de que hay un yo que actúa, y se evalúa: lo hace bien o mal.
Este sería un nuevo avance, la conciencia de un yo hace aparecer también la idea de que
esa conducta está bien o mal. Es un recorrido: conducta, separarse de la conducta, aparece un yo que es quien ha realizado esa conducta y ahora la evalúa, juzga si está bien o mal. Todo esto en un único acto natural al hombre: la reflexión. (1) conducta, (2) reflexión, (3) conciencia de un yo, (4) evaluación, (5) juicio de bien o mal.
Con el último elemento (juicio de bien o mal) aparece lo que en la filosofía clásica se llama moral: el bien o el mal de nuestra conducta. Sin embargo en nuestro caso no se trata de una moral externa, que se nos imponga desde fuera, sino nuestra propia conciencia de ser un yo, que nos exige actuar bien. Es un tema muy clave y muy delicado, que llega incluso a definir, incluso a redefinir ese mismo yo del que se toma conciencia. Esto quiere decir que hay un nuevo paso: no solo es juzgada la conducta, sino que se juzga al yo como que actúa bien o que actúa mal. El proceso por el que la persona juzga acertadas o erróneas las propias acciones y la repercusión que esto tiene sobre la configuración del yo, que este se considere bueno o malo, también surge de modo fenomenológico en la conciencia. Así que hay un sexto elemento: (6) Juicio sobre el yo que es bueno o malo.
La moral externa, la moral universal válida para todos los hombres es una generalización de lo que se trata en el párrafo anterior, esta afirmación se basa en creencias. Aquí no tratamos de la moral externa. Es decir, no pretendo partir ni tampoco establecer una moral universal, un bien y mal válidos para todos los hombres en todas las circunstancias. Constato sencillamente la exigencia fenomenológica de la conciencia en la que aparece un yo, lo que conlleva que ese yo evalúa si ha actuado bien o mal. Qué se considera bien o mal no es objeto de lo tratado.
A ese yo que estamos viendo que surge alrededor de la propia reflexión es a lo que llamamos intimidad. La intimidad es el conjunto y la suma de todo lo visto. Así que el proceso que termina constituyendo la intimidad es el siguiente: (1) conducta, (2) reflexión, (3) conciencia del yo, (4) evaluación, (5) juicio de bien o mal, (6) Juicio sobre el yo, bueno o malo (7) formación de la intimidad.
Vamos a fijarnos en las próximas entradas en intimidad que acabamos de ver aparecer. Cada persona es una intimidad. Vamos a ver que queremos decir con eso. Se trata de la visión de la interioridad misma de la persona.
Repito como conclusión el proceso explicado: (1) conducta, (2) reflexión, (3) conciencia del yo, (4) evaluación, (5) juicio de bien o mal, (6) Juicio sobre el yo, bueno o malo (7) formación de la intimidad.