Vamos a dar la vuelta a la entrada anterior, donde desde nuestra intimidad y nuestra libertad elegíamos personas para entrar en ella o no. Desde luego debería haber quedado
claro como argumento central, que no hay libertad sin acuerdo con la intimidad. Somos libres cuando elegimos de acuerdo con nuestra intimidad, de acuerdo con lo que somos. La persona es un entramado de elecciones, de trayectoria que enraíza en sus hogares, en su tierra, en su familia, … y que crece sobre todo en los nuevos valores descubiertos desde su particular visión de la belleza. Con todo eso hace un entramado que será más o menos coherente. Cuanto más coherente más feliz la persona, más de acuerdo consigo misma.
El punto para mi ahora es: si estamos de acuerdo con esto, buceando en nuestra intimidad, sobre todo en su nivel instintivo y en su nivel emocional, ¿podemos saber algo de las elecciones que cada persona va a hacer?… ¿podemos saber algo de las personas que va a dejar entrar en su vida?… ¿tienen estas algunas características determinadas?
Dicho de una manera sencilla: los test de compatibilidad, que aparecen tantas veces sobre todo en las webs de búsqueda de pareja, ¿tienen alguna base? Es decir, ¿hay personas más compatibles con nosotros? Sobre esto la respuesta parece obvia: si, es una experiencia generalizada que hay personas que encajan bien con nosotros, personas que nos caen bien enseguida, con las que simpatizamos inmediatamente. La pregunta va un poco más allá, dado cómo es nuestra intimidad, ¿podemos saber a priori alguna característica de la persona que nos va a caer bien? Y la pregunta más atrevida: ¿podemos hacer algo así como un retrato robot de la persona con la que encajaríamos al formar una pareja?
Esto es tanto como decir: ¿podemos traducir en características positivas, diferenciadas, constatables lo que nuestra intuición detecta casi inmediatamente? Dicho en dos palabras: ¿podemos objetivizar nuestra intuición? ¿Podemos objetivizar la elección de personas?
Desde luego pienso que hay una respuesta en principio positiva a esta pregunta. Podemos saber características de las personas que nos caen bien, con un poco de paciencia y observación podemos irlas descubriendo. Sabemos qué nos gusta en las personas que nos gustan. Aquí desde luego el verbo «gustar» indica una referencia preferente al nivel biológico-instintivo. También hace referencia al nivel emocional, como sensibilidad. Desde luego no hace referencia al nivel racional, salvo en la medida en que hagamos consciente eso que nos gusta.
Esta simple anotación indica que en la elección de personas como pareja influyen y mucho los niveles instintivo y psíquico-emocional. Esto indica que sería una tontería elegir a alguien como pareja por razones deducidas racionalmente: sencillamente hay que apelar a ese verbo: «gustar», si nos gusta está bien y si no nos gusta, por mucho que nos empeñemos no va a ser una buena pareja para nosotros.
Todo lo aducido hasta ahora indica que es posible determinar las características de las personas que nos gustan, pero que va a ser muy difícil poderlas determinar todas y la intuición, el gusto personal, los niveles instintivo y emocional van a seguir teniendo un peso determinante en la elección. No resulta posible, hoy por hoy, llegar a esa precisión y la elección va a seguir siendo algo perteneciente a la persona, que debe reunir las informaciones de todos sus sistemas de relación-comunicación: instintivo, emocional y racional, para hacer buenas elecciones. Quizá, por mucho que se avance en el conocimiento de nuestra intimidad y de cómo se elige, no lleguemos nunca, esta es mi opinión, a conseguir eliminar todas esas incertidumbres de la elección, que termina por ser decidida por nuestra intuición, por nuestro sistema instintivo-emocional que se enamora y desde luego sabe que se ha enamorado.
Aquí aparece un último elemento de la elección. Si las cosas son tal como las exponemos, no vamos a conseguir una seguridad, llamémosle objetiva, sobre las elecciones más importantes, las que afectan a las personas que dejamos entrar en nuestra vida. Por tanto, esa seguridad es interna, la proporciona la psique de la persona. No se decide solo por la persona elegida, esta no puede ser transformada en objeto para ser objetivada. Siempre quedan en las elecciones de personas elementos no determinables, entre otras cosas por el hecho de que la persona no está acabada, hasta la muerte, siempre puede cambiar. Luego todas las elecciones implican riesgos que hay que asumir, hay una seguridad en la elección que debe ser proporcionada por la persona, es seguridad personal, que vence las incertidumbres que, como vemos, existen en toda elección de una persona.
Es la libertad personal la que asume ese riesgo y suple la incertidumbre. Si no lo hace la persona estará siempre en la incertidumbre, en la duda, sobre su elección. Y esa misma duda va a afectar a la elección: a la relación que se establece entre las dos personas. La relación necesita seguridad en la que apoyarse y esa seguridad, como hemos visto, solo se la puede la dar la libertad de las personas.
Resumo: toda elección de persona se realiza con participación prioritaria de los sistemas tendencial-instintivo y emocional y no se puede objetivizar de modo pleno. La seguridad necesaria para establecer una relación con otra persona viene proporcionada por la libertad y si la libertad no se implica, no asume el riesgo, la inseguridad personal resultante va a hacer imposible el nacimiento de una relación personal estable.
Resumen practico en dos puntos: (1) el enamoramiento y la libertad van a ser la clave de la elección personal, es decir, la parte más determinante de la elección personal es la subjetiva, es nuestra libertad; somos nosotros mismos como personas, quienes cortamos el nudo gordiano de las elecciones personales y al hacerlo asumimos la incertidumbre que siempre arrastran. (2) A la vez, no quiero quitar importancia a lo que se puede determinar objetivamente. Determinar las características que nos gustan de las personas es un conocimiento de nosotros mismos muy importante y debemos trabajar sobre ello para determinarlas con la mayor precisión que podamos. Dejar de lado la parte objetivable de la elección es en mi opinión un error. Trabajar para saber que nos gusta en las personas un trabajo necesario y algo que puede evitar precisamente muchos errores de elección en nuestra vida.