Los elementos de los fenómenos emocionales de masa en los acontecimientos de París.

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Sigo utilizando algunas ideas de Sigmund Freud (Psicología de las masas, Alianza Editorial 2008), para analizar los fenómenos de masas que se están produciendo alrededor del terrorismo en París tanto este último mes de noviembre como antes en enero con los asesinatos de Charlie Hebdo.

Para Freud la formación de la multitud necesita la coincidencia de 3 fenómenos: el contagio, la sugestión y el líder. A estos elementos hay que añadir en la sociedad de la comunicación algo que Freud no podía incluir: el icono.

El contagio del miedo ya de por sí muy fuerte, ha sido potenciado enormemente en la sociedad de la comunicación, ya que los hechos penetran en imágenes de “vivos colores” en directo en el hogar mismo de millones y millones de personas.

La sugestión es donde a mi parecer influye el fenómeno emocional, en este caso miedo, que tiene un poder de penetración enorme porque apunta directamente al corazón de la propia seguridad por amenazar la vida de “cualquiera”. Este elemento los ejecutores de los asesinatos lo cuidaron disparando estrictamente al azar, sin ningún motivo ni razón para elegir a las víctimas.

El líder, al que Freud denomina el hipnotizador, que ha tenido un comportamiento después de los atentados enteramente paralelo al de demostrando que la ideología y por tanto, las ideas por las que ha sido elegido, tienen poco que ver con las posturas y decisiones adoptadas. Se está actuando en la forma emocional que la multitud demanda.

Freud advierte: «la multitud es un dócil rebaño incapaz de vivir sin amo. Tiene tal sed de obedecer que se somete instintivamente a aquel que se convierte en su amo». En el caso actual la multitud exige medidas y medidas cuanto más duras, más en el extremo mejor, por ello el líder tiene en este caso enteramente condicionadas las decisiones. Le resultaría prácticamente imposible ir en contra de los deseos de venganza de la multitud y elige ponerse al frente de estos, darle la forma conveniente y que satisfaga la emoción de la masa. De este modo Hollande ha hablado explícitamente de venganza.

El líder es en este caso el presidente francés, François Hollande, es un elemento subvenido en este caso, aparece tras los acontecimientos. Así sucedió con George Bush después del atentado del 11-S. En Francia, no tanto fuera de ella, su liderazgo pugna con el de Marine Le Pen.

Marine Le Pen

Los 2 primeros elementos, la sugestión y el contagio, constituyen en realidad un solo elemento, como dos caras de la misma moneda. Ya que sin contagio no hay la sugestión de la que habla Freud y también se puede decir que sin sugestión no hay contagio.

El fenómeno del contagio es el fenómeno de la simpatía: la conexión en unos mismos sentimientos, fenómeno ampliamente conocido en la práctica de la gestión emocional. La simpatía es la cercanía emocional provocada por compartir unos mismos sentimientos. Es algo que se produce a nivel emocional sin necesidad de intervención racional. Es un mecanismo por el que nos ponemos al lado y tendemos a conectar y aprobar a aquellas personas en las que advertimos esa coincidencia de sentimientos. Es decir la simpatía lleva siempre a un cierto grado de identificación.

No se trata de empatía, que es un fenómeno diferente. En la empatía se es consciente del sentimiento de otra persona, pero manteniendo la conciencia de que el propio sentimiento es diverso. Detectamos el sentimiento del otro pero no coincide con el nuestro. Esto quiere decir que con la empatía no se produce la identificación, se produce cercanía, se produce la capacidad de entender al otro, pero no identificación.

Además hay un matiz importante. En la empatía somos “conscientes” del sentimiento del otro, algo que en la simpatía no tiene porqué darse y de hecho muchas veces no se da. Los sentimientos que provocan la simpatía pueden quedar, y muchas veces quedan, debajo del umbral consciente. Por tanto la simpatía es solo emocional, mientras que la empatía es también emocional pero tiene elementos que afloran a la conciencia.

Se puede decir que la simpatía funciona a nivel inconsciente con un nivel de contagio emocional enorme. Se propaga en una multitud que se siente identificada, mientras que sus elementos pueden permanecer inconscientes. Su capacidad de contagio es tan grande que alcanza esa inmensa dimensión del fenómeno de masas que hemos observado.

Qué sentimientos son los que se propagan e identifican a la multitud. Evidentemente el miedo ante el peligro producido por los atentados. Además los terroristas se han cuidado bien de elegir en ningún sentido a las víctimas, estas eran exactamente cualesquiera, lo que hace a todo el mundo idóneo para sentirse amenazado.

Además está la identidad cultural, la vinculación afectiva con la propia tierra. Se trata de un sentimiento de pertenencia. En este caso señaladamente Francia y por extensión los demás países occidentales. Este sentimiento es el que separa el nosotros y el ellos. Pertenencia a Occidente-pertenencia a la cultura islámica ha sido la frontera de separación, lo que ha señalado la división, línea que a pesar de las declaraciones políticas que buscar aislar al “ellos” como “radicales” está siendo repetidas veces cruzada en la vida diaria y en las declaraciones de muchos líderes políticos, señaladamente de derechas, que apelan a la integración cultural de quienes viven en Europa. “Si vives en Europa (léase, España, Francia, etc.) debes tener las costumbres europeas (o españolas, francesas, etc.). Cambiando el aglutinante de los países de occidente desde el acuerdo en el Estado de derecho que es la ley basada en los derechos humanos, por una identidad cultural.

La simpatía basada en esos dos sentimientos, miedo y pertenencia cultural, ha corrido por el mundo a una velocidad increíble. Ese es el integrante de sugestión y contagio del que hablaba Freud.

El icono es una imagen que simboliza lo ocurrido, de un modo sencillo y eficaz. En enero fue: “Je suis Charlie”, en noviembre: “Pray for Paris”, aunque al final la imagen resulta más importante y más eficaz que la frase. Además contiene un mensaje de apoyo y de ese modo contribuye al contagio: se difunde a toda velocidad por las redes, no hace falta conocer los hechos, basta con utilizar el icono. El icono condensa el contenido emocional. Este elemento es nuevo de estos acontecimientos. Ni siquiera existió con el 11-S en Nueva York donde todavía no había redes sociales y por tanto los medios de comunicación eran poco participativos. El icono permite precisamente eso la participación y con ella la solidaridad con los acontecimientos.

El contagio emocional en los atentados de París de noviembre de 2015.

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Llevo un tiempo muy interesado en el contagio emocional de una multitud, es algo que me intriga el ver como las emociones se contagian, como el ser humano tiene esa capacidad para conectar con las emociones y los fenómenos sociales que se producen. Así que quiero escribir sobre los fenómenos de contagio emocional que se están produciendo en la comunicación del terrorismo tras los hechos de noviembre en París y antes en enero con los asesinatos de Charlie Hebdo. Ese contagio está influyendo notablemente en la vida política y social de la aldea global en la que vivimos. Para ello voy a tomar el punto de partida en Sigmund Freud (Psicología de las masas, Alianza Editorial 2008), y su visión de los fenómenos de contagio emocional de multitudes.

Para Freud, el hombre libre es el individuo y la masa condiciona fuertemente la libertad de los individuos. Por efecto de su inclusión en la masa un individuo encuentra que «su afectividad se ve extraordinariamente intensificada y, en cambio, notablemente limitada su actividad intelectual». Ambos procesos tienden a igualar al individuo con los demás de la multitud, formando precisamente la masa como conjunto indistinto de elementos que actúa como unidad.

Es conocida la visión negativa de la vida emocional de Freud, quien dedicó muy poco espacio al estudio de las emociones. En mi opinión efectivamente se produce ese incremento de la carga emocional que señala Freud, con el efecto de que el espacio entre emoción y conducta se limita e incluso desaparece, y sin ese espacio, que es el espacio de la reflexión, desaparece la libertad. La libertad humana tal como la entendemos es precisamente la capacidad de introducir un espacio entre el estímulo (su impacto somático, tanto instintos como emociones) y la conducta, la respuesta que se da a ese estímulo. Es decir hay libertad cuando hay disociación de la emoción en alguna medida. En una situación de asociación íntegra con la emoción no hay espacio para la intervención de la corteza cerebral. Producir ese espacio de disociación es la función del autocontrol.

Estos días los fenómenos de contagio emocional de masa, impulsados de forma viral por los medios de comunicación y las redes sociales, se ha producido el fenómeno de la asociación total de la masa con la emoción con la lógica consecuencia de que ha desaparecido el espacio de la reflexión. Los hechos aparecen ya integrados con la respuesta en un paquete que el individuo no puede separar, ni por tanto reflexionar sobre él para elegir la respuesta más adecuada. La masa se encuentra enteramente asociada con la emoción producida. En situaciones de asociación con la emoción tan fuerte como los que se han producido desaparece el autocontrol, o por decirlo con mayor precisión, el autocontrol no es capaz de intervenir.

El autocontrol en la masa son los elementos de reflexión crítica que pueden alcanzar a esta. En nuestro caso cuando hablamos del conjunto de la sociedad, además no restringida a un país, sino desbordando ampliamente las fronteras, es instancia capaz de introducir alguna disociación que permita una crítica serían las instancias políticas y los medios de comunicación. Sin embargo, estos dos elementos han resultado también asociados con la emoción, especialmente los políticos. El paquete emoción-respuesta que se ha producido es tan fuerte que no es posible poner objeciones, la masa se ha compactado en un patrón que unifica sólidamente impacto sensorial (visual-auditivo), emociones, sentimientos y respuesta. Como es un paquete sólido, queda en visión de los atentados – respuesta. La visión unificada la ofrecen sobre todo los medios de comunicación. La respuesta es unificada por la instancia política. Solamente voces individuales han ofrecido alguna opinión discordante con la unificación generalizada a través de las redes sociales.

Freud ofrece un modo de evitar esa disminución del nivel intelectual que se produce al integrarse una colectividad que consiste en «quitar a la multitud la solución de los problemas intelectuales, para confiarla a los individuos».  En estos casos de fenómenos virales de comunicación tan fuertes como los que se han producido, la solución sería pasar la respuesta que hay que dar a los acontecimientos a través de una consulta democrática a los ciudadanos. De ese modo sería al menos posible a cada ciudadano la reflexión necesaria para tomar un camino razonable, tanto más cuando las decisiones pueden condicionar fuertemente tanto la vida política como social, no solo de la entera de la Unión Europea, sino también de otras zonas del mundo, señaladamente Oriente Medio.

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Es interesante que Freud apunte a una solución tan fuertemente democrática, mientras que 100 años después de su escrito esa consulta no se ha planteado en modo alguno, es más se evita, al menos en España, que ha postergado sus decisiones de cooperación militar a después de las elecciones, escamoteando claramente un tema tan importante, a los ciudadanos llamados a opinar sobre la política de su gobierno. Ni en Francia ni en otros países se ha hecho consulta alguna. Hechos que constatan de nuevo que la fuerte asociación con la carga emocional del miedo está impidiendo decisiones racionales.

Precisamente por no producirse ese espacio entre estímulo y respuesta, y producirse una asociación íntegra entre emoción y respuesta, la gestión de los acontecimientos se convierte en exclusivamente emocional. No son necesarios por tanto los elementos de análisis racional: las decisiones se presentan empaquetadas e ineludibles. En todo esto la visión de Freud resulta certera. «La multitud es extraordinariamente influenciable y crédula» y también «las multitudes llegan rápidamente al extremo» (p.15). En el caso actual se acepta la única solución propuesta: la guerra.

Freud continúa con observaciones que parecen hechas actualmente: «Naturalmente inclinada a todos los excesos, la multitud no reacciona sino a estímulos muy intensos. Para influir sobre ella es inútil argumentar lógicamente. En cambio será preciso presentar imágenes de vivos colores y repetir una y otra vez las mismas cosas». Frases con las que Freud parece conocer con un siglo de antelación la sociedad de la comunicación en que vivimos.

También hace la observación de que la multitud se vuelve «cruel e intolerante con los que están fuera» (p.37). En los acontecimientos actuales esto se ve porque quienes disienten son vistos con extrema desconfianza, y en muchos casos rechazados y tachados de partidarios de los asesinos y cosas parecidas. Algo que se debe precisamente al hecho de que no hay separación entre la emoción, el terror propagado, y la respuesta. Se actúa en una situación de pánico, emoción que evita el paso por la corteza cerebral para conseguir respuestas rapidísimas. En un individuo esto se produce así porque el sistema emocional detecta un peligro para la supervivencia y decide actuar evitando a la razón.

En un sistema de masa se produce por los mismos motivos: el terror generado lleva a percibir en peligro la propia supervivencia. La situación emocional producida es tan intensa que quien individualmente intenta introducir ese espacio de disociación, lo que significa controlar el miedo, es visto emocionalmente como alimentador del terror. Evidentemente los individuos que intentan introducir el espacio es porque poseen elementos de disociación que les permiten hacerlo, cercanías afectivas por ejemplo con movimientos de derechos humanos, causas árabes, daños en las guerras, etc.

Lógicamente se deduce que en la crisis provocada por el terrorismo, la función de los políticos y los medios de comunicación es clave, si pierden la necesaria distancia crítica, si actúan asociados a la emoción es muy posible que nos veamos abocados a soluciones no racionales, tomadas como recoge la expresión común: al calor de los acontecimientos.

Creo que como un primer acercamiento al tema es suficiente. Volveré en otras entradas sobre los fenómenos emocionales de la sociedad porque se trata de un tema de un inmenso interés y de aún mayor importancia.

Viktor Frankl: el hombre en busca de sentido

El libro de Viktor E. Frankl, El hombre en busca de sentido, (Herder, Barcelona, 21ª Ed., auschwitz-children_mega [800x600]2001), es muy importante en la historia de la psicología, en realidad en el conocimiento de lo que es el hombre/mujer. Está basado en la narración en primera persona de  la experiencia de un judío, psiquiatra, en un campo de concentración durante la segunda guerra mundial y los resultados de su observación de las reacciones de las personas en esa situación extrema.

El tema central es la necesidad y búsqueda de un sentido de la vida, elemento clave en la configuración de una persona. Se trata de una experiencia extrema de la «libertad para», o más bien como para sobrevivir es fundamental tener una finalidad en la vida. En el campo de concentración se sobrevive, no por fortaleza física, sino por tener un motivo, un sentido por el qué vivir. La clave es la cita que el autor hace de Nietzsche: «Quien tiene un porqué vivir, encontrará casi siempre el cómo», cuando se tiene una finalidad se pasa por encima de cualquier dificultad, se consigue el modo de salir adelante, de llevarlo a cabo.

Este tema central es visto a través de múltiples experiencias vitales que el campo de concentración hace vivir de un modo agudo. Vamos a indicar de un modo muy sintético 4 claves sobre, de las que más adelante incluimos una entrada con algunos textos de Viktor Frankl. Para entenderlos en profundidad sería necesario acudir al texto original del autor (pondré alguno en una próxima entrada):

a)            Experiencia de la vida desnuda: lo que hace un ser humano cuando de pronto no le queda nada: «nada teníamos que perder como no fueran nuestras vidas, tan ridículamente desnudas». La clave es el sentimiento de pertenencia y seguridad, en el campo de concentración su privación total.

b)           Experiencia del sufrimiento, como parte de la vida. La experiencia del campo de concentración, ¿es algo enteramente extraño a nosotros o hay algo en nuestra vida que tenga que ver con eso?

c)            Vivencia del tiempo: romper la idea que tenemos muy arraigada de que el tiempo es objetivo… en realidad su percepción depende de nuestras expectativas, de nuestra situación existencial. El tiempo, lo más valioso que tenemos, es configurado por la interioridad.

d)           La libertad. Signo distintivo de lo humano, muy difícil, incluso minoritaria, pero siempre termina apareciendo a pesar de todos los condicionamientos.

Como método psicológico Viktor Frankl desarrolla la logoterapia. Es significativo que su liberation55experiencia le haya llevado a potenciar de ese modo la palabra, por ejemplo una de sus técnicas es el dialogo socrático. La idea de fondo es buscar el sentido de la vida de la persona que acude a la terapia, con un planteamiento existencial: su vida es lo importante. De este modo Viktor Frankl, que procede de la escuela de Freud, se separa de este, que ponía el énfasis en la «voluntad de placer» y se acerca a los planteamientos de la psicología humanista. De acuerdo con la idea de Freud, el sujeto tiende a expandir el placer, hasta que este encuentra su límite: el principio de la realidad. De este modo en el individuo placer y realidad se encuentran en conflicto. La idea de Frankl es enteramente diversa: para él el sufrimiento es parte de la vida, esta tiene un sentido, y esa finalidad es lo que llena la vida de la persona, y le da fuerza, capacidad de enfrentarse a lo que sea necesario.

Sigmund Freud: las dudas del sujeto y de su libertad

En medio del mundo racional y utópico del siglo XIX aparece S. Freud confreud su descubrimiento del subconsciente: Resulta que debajo del sujeto pensante todopoderoso había un subconsciente, y lo que parecía verdad está mediatizado por los impulsos y los instintos, y lo que parecía libertad no es tan libre de poder decidir porque se encuentra oculta e internamente condicionado. Se aterriza en la persona concreta, real, con sus miedos y fobias. El hombre no es tan racional, debajo de lo consciente hay un mundo de pulsiones, de impulsos e instintos… su libertad no es más que una apariencia, una máscara que cubre la realidad de que son otras las instancias que deciden. Es difícil exagerar el impacto que las ideas de Freud crearon en el mundo cultural de su época.

No es que se pensase antes que no había elementos no voluntarios en la psique. Lo hemos visto en el realismo, que lo conoce, pero concede la primacía a lo voluntario y libre. El tema es que debajo de la racionalidad, debajo de lo consciente hay un mundo desconocido y su influencia en lo consciente es mayor de lo que se piensa, hasta convertirse en la instancia decisoria, con grave perjuicio para la libertad, incluso su eliminación.

Con Freud nos encontramos 20-30 años después de Darwin y su teoría de la evolución de las especies. Freud aplica esas ideas al hombre. El hombre es ahora un animal más, producto de la evolución, con instintos igual que todos los animales,  sometido a todas las leyes físicas, químicas, biológicas, etc. Su psique es una creación temporal, una sucesión de hechos condicionantes, comenzando desde la infancia y la propia relación con los padres (esta aportación de Freud sigue siendo fundamental). La consecuencia evidente es que el hombre deja de ser un ser por encima de lo creado (espiritual), cuya verdadera patria no está en otro mundo, está en este (esta era una visión ya deducida en el realismo).

Además, no es lo consciente lo que decide, sino lo subconsciente siguiendo las leyes de la ciencia: la ley de causa-efecto, como cualquier otra ciencia. Freud piensa que si hay unos efectos concretos en la conducta (consciente): la neurosis, esta es debida a causas subconscientes.

El segundo elemento aportado por Freud junto al subconsciente, es el papel de la sexualidad. Hasta ese momento se trata de un tema enteramente tabú, en realidad el tema tabú por excelencia. Freud no solo habla abiertamente de él, sino que lo convierte en el centro de sus explicaciones. No solo hay un subconsciente, sino que se trata de un subconsciente dominando por la sexualidad: lo que había debajo de esa corteza de racionalidad consciente era ni más ni menos que sexo, este podría ser un resumen del impacto cultural de las ideas de Freud.

Hay otras consecuencias. Ahora los problemas no proceden de una freudiano2conducta (libre) que los crea, sino que es esa conducta la que procede de unos problemas anteriores: nos vamos a la infancia y al pasado para entender la formación del subconsciente. La psicología centra su atención en el pasado de la persona.

Otro cambio importante: nos encontramos ante una persona concreta, se pierde enteramente el punto de vista global de la razón. Además esa persona es mucho más real, con sus miedos y fobias.