La economía irracional

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Foto de: Chatham House 

La reciente entrega del premio Nobel de Economía a Richard Thaler por su estudio de la economía del comportamiento pone ante los ojos el retraso de la ciencia económica con respecto al avance que ha representado la aparición de sentimientos y emociones en la cultura contemporánea, provocando para algunos el cambio de la modernidad a la postmodernidad. Sigue leyendo

El sentido de la vida

Sigo mis reflexiones leyendo a Jean Grondin de la entrada: http://wp.me/p3eRnl-a1 .

Tener sentido no es algo que se ciña solamente a hechos o situaciones externas, se extiende 19310209_sal interior de las personas. Cada persona necesita encontrar sentido a lo que hace. Este sentido se encuentra al insertar el nuevo hecho en la cadena de hechos anteriores de la propia vida. Dar sentido lo expresamos muchas veces con el término: coherencia. Ser coherente significa que nuestro hacer,  nuestra vida, un tramo de esta encuentra significado, encuentra un hilo conductor una comprensión. De nuevo aquí tener sentido indica tanto tener dirección como significado.

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La importancia emocional de que las cosas tengan sentido

Reflexiones leyendo a Jean Grondin.

El conseguir que las cosas tengan sentido es de lo que más nos mueve, es decir pone en marcha nuestro sistema emocional y la activación de este es la fuente de toda motivación. La expectativa de que las cosas tengan sentido es un presupuesto siempre presente en nuestro actuar y en nuestro pensamiento. Nos cuentan algo y tiene que tener sentido para nosotros, si no lo tiene, aparecen las preguntas, los interrogantes, seguramente hasta que el relato, los hechos adquieran sentido. Construir el sentido de un acontecimiento es conseguir una explicación de los hechos acaecidos, es ordenar los datos, entenderlos. Una de las mayores desacreditaciones que podemos expresar a alguien con el que estamos hablando es decirle: «¡Eso no tiene sentido!», la expresión va a hacer o que la persona se detenga y reflexione y cambie o que insista en su explicación que para él sí que tiene sentido.

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El hombre es un animal

Es ya un punto adquirido en la cultura y en la mentalidad común que el hombre no es 5919292_salgo diverso de los demás seres vivientes del planeta. Su organismo puede ser perfectamente clasificado entre los demás organismos biológicos: está claramente emparentado con los organismos animales, especialmente los mamíferos y entre estos los primates, hay una sustancial coincidencia en órganos (huesos, sistema circulatorio, etc.), tejidos, procesos fisiológicos, etc. Las coincidencias son tantísimas que negarlo hoy es negar una evidencia. Voy a hacer una defensa para los pensadores del pasado: para Aristóteles ya claramente el hombre es un animal y lo define como animal racional, razonar según Aristóteles es lo específico del hombre, pero siempre dentro de los animales.

Por ejemplo en la cultura existe la idea de que el hombre, en el fondo es un animal, simplemente recubierto por una capa de educación, y cuando se rasca un poco el animal aparece y este, con sus instintos salvajes, es imparable. Esta es la idea tan bellamente descrita por William Golding en «El Señor de las moscas»: un grupo de niños ingleses, de un colegio donde reciben buena educación, caen en una isla salvaje, sin ningún adulto entre ellos. Los niños comienzan a tratar de organizarse, pero enseguida aparecen bandas, y el conjunto va degenerando lentamente hasta el salvajismo más atroz: en una guerra por la comida (un cerdo) uno de los niños es asesinado por la banda contraria. Es muy significativo que muy pronto, los niños comienzan a pintarse la cara: es el tradicional modo en que los hombres se preparan para la guerra: el rostro es el símbolo más fuerte de lo humano, es necesario ocultarlo para ejecutar las acciones inhumanas, inciviles, para las acciones salvajes, para las acciones que tienden a la eliminación de la vida.

Sin embargo la idea de Golding identifica animal con la selva, con lo no civilizado, con la violencia, con la ausencia de reglas, con la ley del más fuerte, algo que se aleja de la realidad de lo que es el mundo animal y su sistema ecológico de funcionamiento. Más bien pone de relieve la mentalidad de los que pretenden separar hombres y animales como si no tuviesen puntos de contacto. Es para el hombre para quien haberse separado de la selva ha supuesto un salto, en civilización y en cultura. Y también en considerarse diferente a los animales… Y esto es lo que no es cierto.

El hombre, por muy civilizado o no, sigue siendo un animal, en concreto un mamífero, por lo que tiene en común con los mamíferos un sistema emocional. La paleontología ha comprobado esto de un modo ya difícilmente discutible.